ESPAÑA

«Está perdiendo la batalla del boca a boca»

MADRID. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy no es un entusiasta de los medios de comunicación. Su estrategia de comunicación refleja su propia personalidad. Reconoce que si por él fuera los periódicos saldrían sin titulares porque distorsionan el sentido de la información.

Tres expertos en comunicación analizan si el presidente acierta con esta estrategia en un momento de tanta complejidad para el país. Se trata de Jorge Santiago Barnés, profesor de Comunicación Política de la Universidad Pontificia de Salamanca y autor de varios libros sobre la imagen de los líderes políticos; Eduardo Garcia Matilla, profesor en IE Business School y exdirector de Radio 3 y Juan Varela, licenciado en Ciencias de la Información y director de Mediathink Consultores y colaborador habitual de la Agencia Colpisa.

Jorge Santiago Barnés

1. El presidente debería estar más comprometido en la comunicación directa con los ciudadanos. Son momentos difíciles en donde los españoles requieren de la presencia del presidente en el anuncio de las medidas, en la explicación de las mismas y en los resultados esperables del esfuerzo solicitado.

2. Echo de menos una mayor presencia del presidente del Gobierno ante los medios de comunicación explicando de manera directa, clara y entendible a los ciudadanos los pasos que se están adoptando en la resolución de la crisis. Una imagen de líder nacional fuerte, serio y riguroso se logra mostrando y exteriorizando compromiso, adhesión constante y explicaciones continuadas a los ciudadanos.

3. La oposición mientras sienta que el presidente está ausente en la agenda mediática continuará empleando su ausencia como una baza política. Si los españoles confirman lo que la oposición anuncia, los españoles pueden llegar a concluir que es verdad que sus silencios son evidencia de inacción, confusión o desconocimiento de los pasos a seguir.

1. Salvo el incidente en los pasillos del Senado, no creo que pueda decirse que Rajoy esté dejando de dar la cara ante la opinión pública. En comparación con otras legislaturas, en estos primeros meses la presencia del presidente en diferentes tipos de comparecencias públicas está en consonancia con lo habitual.

2. La intensísima actividad del Gobierno en los últimos meses, y los numerosos frentes abiertos en el ámbito internacional y en el nacional obligarían al presidente, en caso de que se considerará el portavoz imprescindible de la acción de gobierno, a estar en permanente exposición ante los medios. En una etapa tan compleja como esta, no quedarse corto ni pasarse, es un ejercicio enormemente complejo para quienes tengan que asesorar al Presidente en este terreno. De la sobre exposición a la opacidad hay una línea muy tenue, la misma que existe en comunicación entre la prudencia y el miedo a equivocarse.

3. En principio es efectiva, aunque a medio plazo tiene riegos evidentes. La enmienda a la totalidad de todas las decisiones que adopta el gobierno y las críticas a Rajoy, centradas en el incumplimiento de las promesas electorales y en el desmantelamiento del estado del bienestar, no es una estrategia nueva. El éxito o el fracaso de este planteamiento estriba en lo que suceda en los próximos meses y en los próximos años.

1. Rajoy es un presidente silente, parapetado tras su vicepresidenta y sus ministros para evitar una erosión profunda de su imagen como responsable de las medidas de su gobierno. Muchas de ellas como los recortes en servicios públicos o el cambio en la política de reinserción de etarras incumplen sus promesas electorales y desdicen sus ataques al gobierno de Zapatero. Un manto de silencio en un político acostumbrado a esa táctica ya cuando era líder de la oposición.

2. No. Ni por frecuencia ni por la restricción y la negativa constante a contestar preguntas de los periodistas. Rajoy prometió decir la verdad a los ciudadanos y no lo cumple, ni él ni su gobierno. El presidente debería ser más claro, sincero y honesto con la ciudadanía sobre todo en los momentos y las medidas más difíciles. No necesita comunicar todas las medidas, pero sí contar a los ciudadanos y al Parlamento sus planes.

3. Los silencios del presidente son evidentes. El problema de la oposición es de falta de discurso propio. Como líder de la oposición Rajoy siempre manejó sus silencios para evitar pronunciamientos claros sobre algunos temas críticos como los casos de corrupción en su partido. Pero donde Rajoy está perdiendo la batalla es en el boca a boca y en las redes sociales. Los ciudadanos ya no sólo escuchan, también hablan, comparten, citan, critican y se informan entre ellos, y ahí la falta de un liderazgo político abierto, comunicativo, que dé la cara, es sinónimo de fracaso.