La familia de Bo Xilai pinchó los teléfonos del presidente chino
El entorno del exmandamás de Chongqing se resquebraja a medida que se conocen nuevos detalles de la intriga
Actualizado: GuardarCada episodio, una nueva sorpresa. O dos. El serial de intriga política china copia las claves de éxito de la ficción televisiva. Y ya ha conseguido poner en vilo a todo el mundo, que espera con ansiedad la siguiente entrega. Sin duda, la historia no defrauda. Ayer se destapó que incluso el presidente de la República Popular podría haber sido víctima de espionaje por parte de los protagonistas de este culebrón que ya coquetea con el surrealismo.
Todo comenzó en febrero tras la huida del director de Policía de Chongqing, una megalópolis del centro oeste de China, que se refugió en el consulado de Estados Unidos más cercano. La información de que disponía provocó la caída de Bo Xilai, exmandamás de Chongqing y uno de los venerados miembros del Politburó, acusado de corrupción y de abuso de poder.
Hasta ahí, el caso solo parecía un sonado ejemplo de los desmanes de poder característicos de los políticos chinos. Pero todo dio un giro rocambolesco cuando la mujer de Bo, Gu Kailai, fue imputada en el homicidio de un empresario británico que podría haber amenazado a la pareja con sacar a la luz sus trapos sucios.
Se delineó en ese momento un triángulo que tiene sus vértices en China, Reino Unido, y Estados Unidos. En ese último territorio es donde hace una semana desapareció el hijo del ex secretario general del Partido Comunista de Chongqing, Bo Guagua. El joven, de 24 años, estudia en Harvard y es conocido por sus excesos capitalistas, en contraste con el rancio regreso al maoísmo que promulgaba su padre.
Ferrari
No obstante, el martes realizó una espectacular reaparición con una carta abierta publicada en el diario 'Harvard Crimsom'. Se trata de un intento para limpiar su nombre. «Nunca he conducido un Ferrari», escribió, en referencia a las informaciones en las que se afirmaba que había recogido en ese bólido a la hija del anterior embajador de EE UU en Pekín. «Tampoco he estado jamás en la residencia del embajador», remarcó, después de hacer un recorrido por sus logros como estudiante. «En el examen público británico GCSE conseguí once estrellas de clase A». Se deduce, por tanto, que fueron sus buenas notas, y no la intervención del empresario muerto, las que le permitieron acceder a una beca para estudiar en la prestigiosa universidad norteamericana.
El último quiebro de la historia es que Bo Xilai podría haber ordenado pinchar el teléfono del mismísimo Hu Jintao. Al parecer, el Servicio Secreto así lo descubrió tras una llamada del presidente a los oficiales anticorrupción de Chongqing. Y, en justa represalia, ahora se espera una purga en toda regla cuya extensión se desvelará en el siguiente capítulo.