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Murdoch afirma que nunca pide nada a los gobiernos
Su insistente testimonio coincide con los apuros del Gabinete por las revelaciones del hijo del magnate
LONDRES. Actualizado: GuardarRupert Murdoch insistió ayer durante cerca de cuatro horas en que nunca ha buscado favorecer sus intereses comerciales cuando se entrevista con jefes de Gobierno o con ministros y que, a pesar de que los políticos le cortejan, «porque en todas partes quieren causar buena impresión a la gente de la prensa», él habla con ellos porque tiene curiosidad sobre lo que ocurre en el mundo.
Mientras él sostenía ese argumento en la investigación Leveson, el primer ministro, David Cameron, y el responsable de Cultura, Jeremy Hunt, sorteaban en el Parlamento la primera sesión tórrida de lo que será la serie de explicaciones complicadas que tendrán que dar tras las revelaciones de la víspera sobre su papel en la adquisición de la televisión BSkyB por el conglomerado que preside Murdoch.
Un asesor del ministro dimitió y los periódicos, conservadores o progresistas, entretenidos con el sufrimiento de sus rivales comerciales, publicaban fotografías y comentarios hirientes. Por ejemplo, sobre la cara de susto que tiene súbitamente David Cameron, parecida a la que se le puso cuando una cámara sacó la instantánea de su presencia en una fiesta navideña con directivos de News International.
Del ministro Hunt se publicó ayer la narración de esta escena: cuando iba a entrevistarse privadamente con James Murdoch, hijo del patriarca y gestor de la adquisición de BSkyB, se topó en el villorrio político de Westminster con un grupo de periodistas y se escondió tras un árbol para evitar que detectasen su inminente contacto con el gran patrón mediático del país.
A Rupert, los primeros ministros -Gordon Brown y el propio Cameron- le han invitado a su residencia en Downing Street pidiéndole que entrase por la puerta trasera. ¿Qué les llevó a ser tan sigilosos en sus encuentros con el empresario de un conglomerado de medios, que insistía ayer que nunca pidió nada a un jefe de Gobierno? Ni siquiera a Margaret Thatcher, que le abrió la puerta de Fleet Street.
Con Gordon Brown tuvo tal empatía -por la conexión religiosa presbiteriana, según confesó- que le llamó por teléfono para decirle con pena que The Sun, su diario más querido, apoyaría a Cameron en las últimas elecciones. «Tu compañía declara la guerra a mi Gobierno y mi Gobierno no tiene otro remedio que declarar la guerra a tu compañía», dijo Murdoch que respondió Brown.
«¿Cómo podía hacerle el Gobierno la guerra?», preguntó hábilmente el abogado de la investigación Leveson sobre la conducta y regulación de la Prensa. Rupert Murdoch tiene 81 años y ha perdido velocidad, memoria, resistencia, pero su lucidez está intacta. «No lo sé, no estaba entonces bien de la cabeza», dijo Murdoch de Brown, que inmediatamente publicó un comunicado negando haber dicho tal cosa.