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¿Cómo hacer una escuela efectiva y sin excusas?

Altas expectativas, más tiempo de clase, altas dosis de tutoría, información frecuente del profesor y el uso de datos para guiar la formación. En otras palabras, trabajo duro y serio por parte de todos los implicados

CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III. INVESTIGADOR DE FEDEA Actualizado: Guardar
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Esto de sin excusas parece el título de una película de Clint Eastwood. Y en alguna medida se trata de esto. Leyendo una investigación reciente de los profesores de Harvard Dobbie y Fryer parece que conseguir que una escuela funcione requiere una filosofía no muy lejana a la de tantos personajes inolvidables de Eastwood como director. En resumen: altas expectativas, más tiempo de clase, altas dosis de tutoría, información frecuente del profesor y el uso de datos para guiar la formación explican el 50% de la variación en los resultados de las escuelas investigadas. En otras palabras, trabajo duro y serio por parte de todos los implicados, ese es el modelo sin excusas.

Los datos vienen de las 'charterschools' de Nueva York. Estas son escuelas de titularidad privada y financiación pública. En eso se parecen a nuestras escuelas concertadas, pero la financiación por alumno es igual a la de la escuela pública, y en consecuencia no hay ningún copago de los padres. La ventaja de usar estas escuelas es que se introdujeron justamente para tener más libertad en las prácticas académicas (no así de admisión, ya que no pueden seleccionar a sus estudiantes, si hay exceso de demanda de plazas, se hace un sorteo para decidir quién entra). La idea era justamente que esta libertad generara variación y permitiera ver cuáles eran las mejores prácticas docentes. De las 48 escuelas elementales (de infantil a cuarto) y 37 de grado medio (de quinto a octavo) elegibles, participaron 22 elementales y 13 de grado medio.

Los datos recogidos de cada escuela fueron muchos y muy detallados. Varias entrevistas con el director aportaron información sobre: la formación continua de los profesores, el tiempo de clase de los alumnos, el uso de datos para la instrucción, la información e implicación de los padres, y la cultura de la escuela. La información sobre el rigor curricular se obtuvo de los planes docentes para cada curso en matemáticas y lengua. También se obtuvo información sobre la cultura y las prácticas mediante visitas de día completo a las escuelas. Las visitas incluían observación y grabaciones de al menos una clase de matemáticas y una de lengua, así como entrevistas de profesores y alumnos escogidos al azar.

A la hora de mirar los resultados, lo primero es ver si estas escuelas sirven para algo. Y como se pueden imaginar la respuesta es que sí. Una escuela de este tipo mejora la nota de un estudiante medio en aproximadamente seis puntos porcentuales en un ranking y la de lengua en tres puntos porcentuales en un ranking. Pero la cuestión más novedosa de este artículo en particular es averiguar las razones por las que estas escuelas son más efectivas. Para esto se recopilaron los datos de los que hablamos antes. El procedimiento utilizado es buscar variables que expliquen el efecto estimado de cada escuela en los análisis estadísticos anteriores.

Algunos resultados coinciden con lo que ya sabemos por otras vías. Por ejemplo, ni el tamaño de clase, ni el gasto por alumno, ni el hecho de que el profesor tenga un máster parece ser importante. En cambio, el efecto de las cinco políticas que expresé en la introducción: altas expectativas, más tiempo de clase, altas dosis de tutoría, información frecuente del profesor y el uso de datos para guiar la formación, explican el 50% de la variación en los resultados de las escuelas investigadas. Y no solamente esto, en una análisis del efecto de la escuela con un índice y cada una de las variables por separado, cuatro de las cinco estrategias (todas menos las altas expectativas) retienen valor explicativo.

La última parte del artículo se dedica a verificar algunas teorías sobre lo que hace una escuela efectiva. Una de ellas es la teoría de la 'escuela de servicios' en la cual el objetivo no son solamente los conocimientos sino el 'bienestar global' del chico. Para comprobarla crean varios indicadores que son iguales a uno si la escuela tiene un trabajador social, servicios de salud, servicios 'holísticos' o si el ideario escolar habla de proveer una 'aproximación comprensiva al bienestar del estudiante'. Otra teoría es la que se centra en la contratación y retención de los mejores profesores. Para probar esta teoría se crea un índice que promedia indicadores sobre si la escuela tiene un mayor número de requisitos para contratar que la media, si paga un salario superior a la media, si tiene una tasa de rotación mayor a la media y si ofrece bonos por rendimiento a los profesores. El último modelo comprobado es el modelo 'sin excusas', una filosofía que se centra en más tiempo en la escuela, disciplina estricta y un mayor enfoque en habilidades lingüísticas y matemáticas básicas. El resultado obtenido es que claramente la 'escuela de servicios' parece no ser muy relevante. En cambio, tanto la búsqueda de buenos profesores, como la filosofía 'sin excusas' están relacionadas con el rendimiento.

Voy a terminar reconociendo la frustración que deben sentir algunos lectores después de leer el artículo. Se han pasado un cuarto de hora conmigo para que les diga que si profesores y estudiantes trabajan duro, mejorarán los resultados escolares. Ya lo sé, a veces es molesto repetir lo obvio, pero hemos llegado a un punto en el que es necesario insistir en lo evidente. Todos podemos poner excusas para nuestro fracaso. Los árbitros nos anulan los goles, los periódicos nos ignoran, no interesamos a las televisiones. Y muchas de estas quejas están fundamentadas. Pero como dijo el gran filósofo serbio: fútbol es fútbol, goles son goles. A trabajar.