Nicanor Parra muda a Cervantes en 'Zerbantes'
El Príncipe y Wert elogiaron el espíritu transgresor y rupturista de Parra tras entregar el galardón a su nieto El ausente 'antipoeta' rebaja la pompa de la ceremonia
ALCALÁ DE HENARES. Actualizado: GuardarNo estuvo Nicanor Parra, pero brilló su espíritu transgresor, iconoclasta e irreverente, capaz de convertir a Miguel de Cervantes en el «amigo Zerbantes». El Príncipe de Asturias, en representación del Rey, elogió ese espíritu provocador y lúdico, inherente al talante de Parra. Don Felipe presidió una atípica ceremonia de entrega del Cervantes, por lo común solemne, trasmutada ayer en juego de palabras y prestidigitación poética por mor de un Parra ausente pero muy presente en el paraninfo complutense. Un transgresor «antipoeta» alabado por el ministro de Cultura, José Ignacio Wert, como un «francotirador de la creación». Su corrosiva voz reverberó en la de su nieto, Gabriel Ugarte, 'Tololo', un adolescente de 19 años que, embutido en el preceptivo chaqué, afrontó con cierta soltura la representación de su abuelo.
Sus 97 abriles impidieron al padre de la 'antipoesía' viajar a la patria chica de Cervantes. Él no cruzó el charco, pero sí su irreverencia y su cáustico sarcasmo, filtrado y modulado por su nieto en un «antidiscurso» construido con ideas singulares y buen puñado de «antipoemas». Un 'no discurso' sin precedentes en cuyos primeros compases el casi centenario Parra se tomó la libertad de advertir que «los premios son para los espíritus libres y los amigos del jurado», ganándose, en ausencia, un sonoro aplauso.
Fue una de las ceremonias más ágiles y menos envaradas en los casi 40 años del premio Cervantes. A la ausencia del convaleciente don Juan Carlos y a la del galardonado, cuya delicada salud aconsejó no volar, se sumó la de otros predecesores en la gloria del Cervantes -no hubo ni uno- y la de colegas de pluma. Y es que hubo académicos -Blecua, Bosque- y políticos -encabezados por el presidente Rajoy y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre- obligados a asistir por el cargo, pero los escritores y poetas se contaron con una mano.
Prórroga
Pasaron apenas cuarenta minutos desde que don Felipe, acompañado por una doña Letizia muy, muy seria, abrió la sesión académica, entregó al nieto de Parra el diploma y la medalla del Cervantes -merecido «por toda una vida dedicada a la poesía, a crear y a investigar nuevos lenguajes poéticos»- y la dio por clausurada. Menos de tres cuartos de hora que dieron de sí para que tomaran la palabra el nieto del galardonado, el propio Príncipe de Asturias y el ministro Wert, que, como don Felipe, trazó un elogioso panegírico del padre de la «antipoesía».
El nieto trasladó la insólita petición de su abuelo, que reclama «un mínimo de un año» para poder «perigueñar» un discurso «medianamente plausible», convencido de que «Don Quijote no cabe en un fin de semana». Encadenó algunas reflexiones de su abuelo y buen puñado de 'antipoemas' alusivos al ingenioso Hidalgo manchego y sus alocadas aventuras. Unos 'antiversos' compuestos en una vetusta máquina de escribir, bautizada por Parra como «la máquina del tiempo», que sí cruzó el Atlántico para viajar de la casa de Las Cruces, refugio de Parra en la Costa chilena del Pacífico, y exhibirse al pie del estrado en centenario paraninfo complutense.
El nieto desgranó poemas como 'Soliloquio del individuo' o 'La seriedad con el ceño fruncido'. Aparecieron Kafka, Carlitos Chaplin, Chejov, Shakespeare, Marlowe, Bacon la bomba de hidrógeno, la seriedad del frac, y el mismísimo Perico de los Palotes en el poema 'Existe'.
Recordó Parra en un verso que «hay 40 maneras distintas/de pronunciar la palabra sagrada» de modo que «Lo mismo pasa con la palabra Cervantes» que «El propio Don Miguel se firmó muchas veces con zeta y con berlaga». Así las cosas, le preguntó Parra su egregio antecesor: «En qué quedamos entonces /amigo Zerbantes/hay o no caballeros andantes?». Otra pregunta cerró el insólito 'antidiscurso': «¿Se considera usted acreedor al premio Cervantes?» «-Claro que si/por un libro que estoy por escribir», se respondió.
En un discurso muy literario, reconoció el Príncipe que Parra «es mucho más que un provocador», ensalzó su carácter «rupturista» que en poesía «se permite todo» pero que «no trata solo de desconcertar». «De seguro que Cervantes, al verlo hoy llegar al parnasillo de poetas galardonados con el premio, reconocerá en él un espíritu afín, un poeta desnudo de adornos, con atuendo de vecino de Chillán, y, sabiéndolo su espíritu gemelo, se apresurara a decirle: 'Pasa raro inventor, pasa adelante con tu sutil designio'», dijo don Felipe.
El ministro Wert repasó por extenso la vida y la obra del creador chileno, «que puso patas arriba la poesía tradicional y sus cimientos con la eclosión de la antipoesía». «Nos subió en su 'montaña rusa' de la que nunca más hemos bajado» sostuvo Wert, que regaló a sus colegas de Gabinete un ejemplar de 'Poemas y Antipoemas' -hito que «cambió el rumbo de la poesía escrita en lengua castellana»- y que definió la obra de Parra como «extensa, original y sorprendente».