José María Montes, presidente de la cooperativa, en uno de los invernaderos de la carretera de El Portal. :: L.R.
EL PUERTO

Bulbos holandeses criados en El Puerto

Treinta años después de su fundación, la sociedad levanta el vuelo con el cultivo de simientes de flores muy populares en el norte de Europa

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A primera vista parece una cabeza de ajo. O una cebolla. De hecho, en el invernadero que Flor Marina posee en la carretera de El Portal huele a este vegetal. Pero el bulbo que se cría en esta cooperativa no se come, se siembra de nuevo para que nazcan flores ornamentales como el alium o la achimilia, que en España no tienen demasiados adeptos. Pero en Holanda sí. El sistema de riego refresca el asfixiante ambiente bajo los plásticos. Una alfombra verde de hojas cubre el flanco derecho de tierra y debajo, a poco que se escarba, aparece el producto estrella con el que esta empresa está consiguiendo abrir mercado en un sector tan complicado como el de la flor cortada: el bulbo o simiente de flores muy apreciadas en el norte de Europa.

La cooperativa, formada por cuatro socios y vinculada al Poblado de Doña Blanca, ha entablado contactos con un comercial holandés que les ha llevado las variedades de bulbos para comprobar cómo se crían en El Puerto, con el objetivo de exportarlos y venderlos en su país. Las pruebas están siendo muy positivas. La calidad del agua, las horas de luz y la buena climatología adelantan la producción varios meses por delante de Holanda. Y quien gana tiempo, vende antes. «Allí sacan los bulbos dos meses más tarde. Por eso cuando vienen aquí se quedan encantados».

José María Montes, presidente de esta sociedad con casi treinta años de trayectoria, asegura que el mercado nacional está en horas bajas. Las flores no son un producto de primera necesidad y su elevado coste de producción asfixia un negocio que sí vivió una época dorada en la década de los noventa. «Ahora no hay demanda ni dinero».

Los precios del abono y el gasoil están por las nubes y después de probar con el cultivo de plantas ornamentales y a la manufactura de la flor y el bouquet -centros, ramos de novia, etc- decidieron abrir el abanico con el cultivo de bulbos hace aproximadamente un año. «Teníamos esto semi abandonado, sin saber qué hacer. Empezamos a arreglarlo y a buscar alternativas. En un tiempo sembramos patatas y sandías. Pero llegamos hasta a tirarlas. Nos pagaban nueve céntimos el kilo. No traía cuenta pagar el transporte».

Ahora, con la cría de bulbos en marcha y a punto de cerrar el trato con el comercializador holandés, tienen sus miras puestas en la ampliación de los invernaderos y de los nueve mil metros que actualmente están en uso, pretenden pasar a quince mil. Antes quieren arenar alrededor de veinte metros cuadrados más de invernadero, para lo que esperan recibir ayuda económica del área de Fomento del Ayuntamiento portuense. «Se ha puesto todo muy caro. Antes un saco grande de abono costaba dos mil pesetas. Ahora uno pequeño cuesta veinte euros. Techar este invernadero podría salir por quinientas mil pesetas. Ahora necesitamos treinta mil euros».

Los agricultores ya han implicado a la clase política en su proyecto. El portavoz del Partido Andalucista, grupo municipal que gestiona Fomento, visitó la pasada semana sus instalaciones y se mostró presto a apoyar a estos cooperativistas que han tenido el arrojo de continuar trabajando la tierra y no adentrarse en las mieles de la construcción. Pero no todos hicieron lo mismo.

El 'boom' inmobiliario dejó la sociedad a la mitad de sus componentes. Cuatro de los ocho miembros que fundaron Flor Marina allá por 1985 se cambiaron al ladrillo.