Economia

España, en horas bajas

La recesión, la crisis de la deuda y su reflejo en las Bolsas de valores están pasando factura a las multinacionales La debilidad se acusa en las instituciones europeas y en las empresas

MADRID. Actualizado: Guardar
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La expropiación de YPF por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner llega en un mal momento para el Ejecutivo de Mariano Rajoy. El peso de España en el mapa económico mundial se ha diluido en los años de crisis. Buena prueba de ello es que si en 2007 Rodrigo Rato todavía desempeñaba el cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional -que abandonó voluntariamente cuando estaba a punto de estallar en Estados Unidos el episodio de las hipotecas 'basura', desencadenante de la debacle financiera-, uno de los más destacados en las instituciones de alto rango, en la actualidad hay pocas probabilidades de que se pueda conservar el asiento que hasta el 31 de mayo ocupa José Manuel González-Paramo en el consejo ejecutivo del Banco Central Europeo.

¿Por qué Argentina ha atacado a Repsol precisamente ahora? En septiembre de 2010, la presidenta Kirchner felicitaba al presidente de la petrolera por dirigir la empresa que era «la mayor contribuyente» a la economía del país austral. Quince meses después ya comparaba la manera de actuar de la compañía española con «los tiempos del virreinato, cuando (los españoles) se lo llevaban todo y no dejaban nada». De poco sirvieron las llamadas telefónicas del rey Juan Carlos. El ministro de Industria, José Manuel Soria, ha desvelado la nula consideración con que fueron recibidos sus propios intentos de acercamiento.

Al margen de que la renacionalización del petróleo sea un argumento especialmente sensible para el pueblo, y de que el marco jurídico de Argentina no proporcione plenas garantías a las inversiones extranjeras, todo apunta a que sus dirigentes se han aprovechado de unos momentos de debilidad económica, en los que el Gobierno español se enfrenta a muy graves problemas económicos, a la aplicación de unos ajustes sociales de gran calado y hasta al desapego de sus socios europeos. En un intento de desviar la atención de quienes especulan con la deuda pública de los Estados más vulnerables, el primer ministro italiano llegó a decir que «España es motivo de gran preocupación», palabras que hubo de matizar más tarde.

La escalada del déficit público ha provocado la desconfianza de los mercados, la «puesta en vigilancia» de los ajustes que se llevan a cabo y la rebaja de la 'nota' que las agencias de calificación aplican a la deuda soberana del Reino de España, que cada vez se encuentra a más distancia de la 'triple A'. Una situación que tiene otras consecuencias: los países ricos del norte y el centro de Europa creen que el gobierno de las instituciones debe confiarse a funcionarios de Estados 'ejemplares'. En realidad, y aunque los dirigentes de tan altas instancias no son representantes nacionales, el equilibrio de fuerzas y el cruce de influencias decide los nombramientos.

En el ámbito comunitario, a España le quedan un vicepresidente de la Comisión Europea, el comisario de Competencia Joaquín Almunia, y la vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones. En pocas semanas vence el mandato del español que se sienta en el consejo ejecutivo del Banco Central Europeo, y el aspirante español a relevar a González- Paramo no cuenta con los apoyos suficientes. Se trata del jurista Antonio Sáinz de Vicuña, enfrentado a Yves Mersch, gobernador del Banco de Luxemburgo, a quien Alemania y Holanda defienden abiertamente, mientras que Francia se decanta por combinar esta decisión con las que se tomen sobre otros puestos como la presidencia del mecanismo de estabilidad (fondo de rescate permanente) o la del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo.

España es una de las cuatro grandes economías del euro, y podría quedarse fuera del directorio del Banco Central Europeo -donde están presentes Italia, Francia y Alemania-, que es la instancia que rige el día a día de la política monetaria.

Pero su pérdida de peso se refleja más allá de este juego de las sillas en las altas instituciones. La recesión económica, la crisis de la deuda y su reflejo en las Bolsas de valores están pasando una severa factura a las empresas cotizadas. A la preocupación que manifestaron en su día por el deterioro de la 'marca España' ha sucedido el retroceso de la mayoría en el ranking de las compañías más grandes del mundo.

La más reciente clasificación Global 2000 de Forbes, que clasifica a las compañías mediante un indicador que abarca ventas, beneficios, activos y valor de mercado hasta el pasado 16 de abril, incluye a 28 firmas nacionales. Entre las cien primeras, Banco Santander ha perdido 10 posiciones y ahora se sitúa en el lugar número 23, Telefónica ha bajado al 57, cuando un año antes estaba en el 31, y BBVA desciende desde la posición 66 a la 83. La petrolera Repsol, antes de la expropiación de YPF, ya había bajado del puesto 101 al 140 y era la decimoctava de su sector en el mundo.