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¿Será un coche? ¿Será un avión?
Un empresario de Estados Unidos quiere comercializar el primer vehículo que circula por tierra y por el aire
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarUn coche volador es la fantasía con que muchas generaciones han imaginado el futuro. El cine se ha encargado de alimentar este sueño en películas como 'El quinto elemento' o 'Harry Potter y la cámara de los secretos'. Los intentos por hacerlo realidad se remontan a 1917, cuando el pionero de la aviación Glenn Curtiss diseñó el primer modelo. Su vehículo sólo era capaz de despegar del suelo durante unos breves segundos. Hoy, casi un siglo después, el coche volador es por fin una realidad a la venta.
'Transition' es el artefacto creado por la empresa estadounidense Terrafugia, que podrá ser conducido para surcar los cielos y recorrer autopistas. Es, básicamente, un coche con cola, alas desplegables, hélice y un sistema de emergencia para aterrizar con seguridad. Mide dos metros de alto, 6 de largo y 2,3 de ancho, que se convierten en 8 cuando expande sus alas, en menos de un minuto. Funciona con gasolina y puede alcanzar los 185 kilómetros por hora en carretera y algo menos, 172, en el aire.
Tras casi seis años de trabajo de Terrafugia bajo el liderazgo del ingeniero Carl Dietrich, 'Transition' fue presentado la semana pasada en la Feria Internacional del Automóvil de Nueva York, donde miles de curiosos se acercaron a examinar el peculiar artilugio. Allí mismo más de uno se sumó a la lista de espera, engrosada actualmente por más de cien personas. Todas ellas han pagado un depósito inicial de 10.000 dólares para hacerse con uno de estos híbridos, cuyo precio asciende a 279.000 dólares, unos 213.000 euros. Pero hay más requisitos para manejarlo: carné de conducir y una licencia de piloto deportivo.
Aunque cumple los estándares oficiales para automóviles y los requisitos de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos para volar -entra en la categoría de avión deportivo ligero-, a 'Transition' aún le falta conseguir algunas licencias para poder ser plenamente legal. «Creo que la espera valdrá la pena», apunta Dietrich, para quien este vehículo -¿será un coche? ¿será un avión?- es, más que nada, un sueño cumplido.