Sociedad

ASEDIO

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El círculo se va estrechando cada vez más y tiene pinta de acabar como todos: haciéndose vicioso. Nadie debe llamarse a engaño, que bastante nos han engañado. La cosa está clarísima: muchos españoles vamos a tener que habituarnos a vivir con menos y otros muchos, más bien muchísimos, van a tener que acostumbrarse a vivir con nada. Esa es la cuestión, que además es incuestionable. España tiene que sacar de donde no hay si no queremos que los bancos, los mercaderes y otros benefactores nos avergüencen. Hay que pagar todas las insensateces que hemos cometido en los buenos tiempos, que quizá lo eran porque nos permitían ser insensatos.

El señor Rajoy dista mucho de ser un frívolo, a diferencia de su predecesor en el terrible cargo. Asegura que no hay otro camino, pero ocurre que no estamos seguros de que conduzca a alguna parte que no represente un plagio de aquel Auxilio Social que conquistó un gran éxito de público en aquella época, cuando nuestros mayores se llevaban tan mal que decidieron arreglar sus conflictos matándose mutuamente. (He confesado alguna vez la sospecha de que la vida pueda ser capicúa. Solo que no es lo mismo tener ocho años que ochenta. Y menos que ochenta y cuatro). Ahora que estoy aprendiendo a andar, lo que más deploro es no saber qué pasos tendrá que dar España para salir de esta encrucijada maldita. ¿Será la eventual solución seguir recortando y recortando? El presidente está persuadido de que es el camino recto, pero no se puede andar muy derecho con una joroba de cordura. Haría falta un poco de fantasía o de esa imaginación a la que Santa Teresa llamaba «la loca de la casa».

No sé, pero tampoco ignoro que los cercos son pesadísimos. Resistir no es ganar, sino perder. Perder definitivamente después de algún tiempo que en los libros de Historia se califica de heroico. Como se sabe, la colección más difícil del mundo es la de mendrugos de ciudades asediadas. No queda ni uno. Claro que también desaparecen las talegas.