El Rey se dirige a la sala del hospital donde presentó sus disculpas a los ciudadanos. :: PACO CAMPOS / EFE
ESPAÑA

«Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir»

La decisión de disculparse la tomó el jefe del Estado el lunes tras consultar a sus más estrechos colaboradores El Rey, en un gesto inédito, pide perdón a los ciudadanos por su viaje de caza a Botsuana

MADRID. Actualizado: Guardar
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Once palabras para pedir perdón a un país. Quizás fueron las tres frases más duras de pronunciar durante sus 37 años de reinado: «Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir». El Rey se disculpó y no quiso esperar. En su primera comparecencia, a las puertas de su habitación de la tercera planta del hospital San José de Madrid, el Monarca, en un gesto sin precedentes en la historia de la Corona española, entonó el 'mea culpa' por su viaje privado de caza a Botsuana en la misma semana que España estaba en el centro del huracán por la crisis de la deuda.

Don Juan Carlos, con gesto serio y triste, casi compungido, sin apenas mirar a la cámara y apoyado en dos muletas, pidió disculpas públicas. Era la primera vez que lo hacía desde que asumió la Jefatura del Estado en 1975 y respondía así a la petición casi unánime, solo el PP no lo hizo, de las fuerzas políticas después de conocerse que se había fracturado la cadera derecha cuando tropezó en un escalón la madrugada del pasado viernes durante un safari, al parecer costeado por un empresario hispano saudí de origen sirio que actúa como representante de la Casa Real de Ryad.

Palabras indelebles por inéditas, y también muy medidas y ensayadas durante dos días. La disculpa oficial ante el país se produjo ayer, pero la decisión de pedir excusas por la polvareda desatada en la sabana africana se tomó el lunes por la mañana, antes incluso de que el martes salieran a la luz pública los mails de Iñaki Urdangarin que vincularían a don Juan Carlos con el 'caso Nóos'. Antes también de que la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, apelara al sarcasmo de la «trompa de elefante» para justificar la expropiación de la petrolera YPF.

Durante el fin de semana, los directivos de la Zarzuela y el Rey, recuperado del postoperatorio, se percataron por los medios de comunicación de la envergadura de la crisis abierta por la cacería en tiempos de crisis y de recortes. Una controversia avivada e internacionalizada por la filtración de dos fotografías de un anterior viaje del Rey a Botsuana, en las que posaba armado tras abatir a un elefante y dos búfalos.

En apenas 48 horas la polémica había llegado al punto de desatar la mayor oleada de críticas al jefe del Estado que se recuerda. La Casa Real acordó entonces que la petición de perdón tenía que ser lo más rápida posible, inmediatamente después de recibir el alta y en el mismo hospital. Nada de comunicados ni notas oficiales ni comentarios o filtraciones de «fuentes de la Zarzuela». Tenía que ser don Juan Carlos en persona, en directo ante las cámaras, aunque sin preguntas. Una declaración pública, en cierto modo formal, pero sin llegar al punto de convertirse en institucional.

Una sola pregunta

Y así fue. A mediodía el director gerente del centro médico, Javier de Joz, anunciaba el alta médica y solo una hora después el Rey comparecía ante un reducidísimo grupo de medios de comunicación públicos. El guion constaba de solo una pregunta que le daría pie a pedir disculpas. «Majestad, muy buenos días ¿Cómo se encuentra, por favor?».

Y allí mismo, en solitario, vestido con chaqueta azul marino, pantalón gris y corbata roja, ante las blancas paredes hospitalarias y con una impersonal puerta de fondo, don Juan Carlos se enfrentó a sus 21 segundos más difíciles. «Pues mucho mejor. Agradezco al equipo médico y a la clínica cómo me ha tratado. Estoy deseando retomar mis obligaciones y. Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir. Gracias por vuestro interés estos días y haber estado aquí tanto tiempo».

Fuera de plano, pero siempre pendientes de cada gesto y con la respiración contenida estaban el jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno, y otros altos cargo de la Zarzuela. Junto a ellos, los dos médicos que en los últimos años se ocupan casi siempre del Monarca, el doctor Ángel Villamor, quien dirigió la intervención quirúrgica de la pasada semana y las otras dos operaciones traumatológicas a las que se ha sometido el Rey, y Avelino Barros, jefe de los servicios médicos de la Casa Real.

Y luego abandonó la clínica donde ingresó el sábado y donde ha vivido estos cinco convulsos días. A bordo de un monovolumen metalizado se marchó con dirección a su residencia en las afueras de Madrid, donde el viernes, pase lo que pase, tiene como propósito ineludible despachar con Mariano Rajoy para transmitir cuanto antes la imagen de vuelta a la normalidad.

En principio, según los responsables médicos, no tendrá problema para recuperar poco a poco su agenda. Según el parte médico leído por De Joz, don Juan Carlos, tras «un postoperatorio muy satisfactorio», ha conseguido «prácticamente plena autonomía para los movimientos cotidianos». Una evolución que permitirá recuperar gradualmente a su actividad pública, si bien durante las próximas semanas deberá continuar con las «revisiones postoperatorias y el protocolo de recuperación intensiva», aunque ya en régimen ambulatorio.