Cúmulo de contratiempos
Una mayor transparencia e inmediatez informativa contribuirían a mejorar la imagen de la Corona y del propio Estado español
Actualizado: GuardarLa Familia Real está atravesando un período de zozobra y contrariedades. La fatalidad ha hecho que este fin de semana, don Juan Carlos, tras padecer un accidente en una cacería en África, haya tenido que visitar el quirófano por cuarta vez desde mayo de 2010. En los últimos meses el monarca ha visto además cómo estallaba el escándalo protagonizado por uno de sus yernos, actualmente encausado por presuntos delitos económicos, y su nieto mayor se encuentra actualmente hospitalizado tras dispararse accidentalmente en un pie. Al hilo del 'caso Urdangarín', la Casa del Rey, con buenos reflejos, tomó importantes decisiones que impulsan una necesaria modernización de la institución que encarna la jefatura del Estado y que, aunque inevitablemente inmersa en ciertos arcanos que forman parte de su propia esencia, ha de adaptarse a los tiempos nuevos y a las reclamaciones de una ciudadanía cada vez más exigente con sus gobernantes. En un plausible ejercicio de transparencia, ya son públicos los presupuestos desglosados de la estructura regia, que hasta hace poco eran simplemente consignados en las cuentas públicas como una partida alzada. Quizá, sin embargo, esta apertura no sea suficiente en los difíciles tiempos que vivimos, en los que la sensibilidad de la opinión pública, vapuleada por la gravísima crisis económica, se encuentra a flor de piel. En estas circunstancias de gran austeridad impuesta y de necesarios ajustes, la transparencia y el cuidado de los detalles formales adquieren un valor suplementario. Resultaría también sumamente beneficioso para la imagen de la Corona y del propio Estado español que se extremara la inmediatez informativa de las actividades del Monarca y del entorno de la Familia Real, salvaguardando su necesario derecho a la intimidad. No hay duda de que esta mayor claridad de la acción regia fortalecería los vínculos que hoy ligan al Monarca con la ciudadanía y haría más comprensible y cercano el papel que el Rey desempeña en el desarrollo de sus vitales atribuciones constitucionales.