El presidente de Repsol, Antonio Brufau, charla con la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en una imagen de 2007. :: AP
Economia

La posible expropiación de YPF dispara la tensión entre España y Argentina

El ministro de Industria, José Manuel Soria, advierte de que cualquier gesto hostil del país austral traerá «consecuencias»

VARSOVIA/ BILBAO. Actualizado: Guardar
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La tensión entre España y Argentina alcanzó ayer cotas inéditas tras filtrarse los planes del Gobierno de Buenos Aires de nacionalizar YPF para hacerse con su control. Una decisión que Cristina Fernández de Kirchner habría tomado haciendo oídos sordos a una advertencia previa del Gobierno español de que un ataque a Repsol recibiría su respuesta. Al cierre de esta edición, Kirchner tenía anunciada una comparecencia al filo de la medianoche en España para aclarar el futuro de YPF.

No fue Antonio Brufau, que trata desde hace días de calmar las aguas con el ejecutivo de Cristina Fernández de Kirchner, quien calentó el ambiente, sino el propio ministro español de Industria, Turismo y comercio. José Manuel Soria, que acompañaba a Mariano Rajoy en una cumbre bilateral España-Polonia, no dudó en amenazar al país austral.

La advertencia llegó horas antes de que la Casa Rosada filtrara a la prensa local el eventual envío al Congreso de un proyecto de ley para expropiar el 50,01% de YPF en un golpe que afectaría por igual a Repsol -que perdería un 24% de su filial- y al grupo argentino Eskenazi, que vería desaparecer de sus manos un 26% de la empresa.

Parece que a mediodía el Gobierno español ya intuía lo peor. Sin citarla de forma expresa, veladamente, como mandan los cánones diplomáticos pero con una firmeza inusual, Soria afirmó que cualquier «gesto de hostilidad» hacia una empresa española se entenderá siempre como dirigido al propio país y a su Ejecutivo. «Y traerá consigo consecuencias», sentenció.

La rotundidad de Soria -que aparentemente no sirvió de mucho- era la respuesta a tres meses de brutal acoso argentino a Repsol, a la que varias provincias del país austral han retirado numerosas concesiones petrolíferas, estrangulando su negocio. La 'sustracción' de esos pozos es sólo la punta del iceberg, pues el castigo a la firma liderada por Brufau no ha hecho sino devaluar YPF a pasos agigantados: hoy vale en Bolsa la mitad de lo que en enero. Curiosamente, ayer los títulos de la compañía se dispararon un 10%. Algo insólito ante una nacionalización.

Inversiones

Las provincias acusan a la española de haber olvidado las inversiones sobre el terreno -con lo que ello implica en términos de empleo- para centrarse en el puro beneficio. La última en golpear fue, anteayer, la región de Santa Cruz, que rescindió las concesiones de cinco áreas. Fue la guinda de un vaciamiento que ha restado a YPF un 19% de su producción argentina.

Según distintos medios bonaerenses, la intención del Gobierno argentino sería tomar -siempre bajo el argumento del 'interés nacional'- una participación de control en YPF. De ahí la 'jugada' de haber achicado el valor en Bolsa de la empresa durante los últimos meses. Una táctica de acoso y derribo para justificar un precio siempre bajo.

Algunas fuentes, sin embargo, recuerdan que aunque el Ejecutivo Argentino tome el control de YPF necesitará siempre de la participación privada, pues las actividades de exploración y extracción de gas y crudo son muy intensivas en capital. Y aquí surge la posibilidad de que Kirchner pueda estar negociando la entrada posterior en YPF de compañías argentinas 'amigas' o de, incluso, firmas extranjeras.