Desconcierto informativo
Es exigible al Gobierno una explicación de sus medidas que facilitaría su labor
Actualizado: GuardarEl Gobierno no parece encontrar fácilmente el rumbo y la opinión pública no consigue las debidas explicaciones que cuando menos le permitan conocer lo que ocurre y otorgar un cierto sentido al esfuerzo, cada vez mayor, que se le reclama. La 'rentrée' tras la Semana Santa está dejando un reguero de desconcierto que ni sirve para tranquilizar a la ciudadanía ni -y esto es lo preocupante- manda un mensaje claro a los mercados, que ayer volvían a hacer de las suyas a pesar del aparatoso anuncio del nuevo recorte de 10.000 millones de euros: la prima de riesgo alcanzaba las cotas más alta de la etapa Rajoy y el Ibex caía a su mínimo anual. Ante la volatilidad permanente del propio sistema financiero, la improvisación es una virtud y no un defecto, siempre que se aplique a modular una hoja de ruta bien trazada, conocida por todos y en busca permanente del mayor consenso posible porque lo que está en juego es nada menos que el destino de este país. Sin embargo, el Gobierno parece jugar a la desorientación: irrumpió el lunes con contradicciones entre los portavoces económicos, zanjadas por una nota demasiado escueta que anunciaba graves recortes en los grandes servicios públicos; Rajoy se negó ayer a dar explicación alguna sobre los recortes en el Senado a la nube de periodistas que le requería; y las peticiones de varios partidos para que el presidente explique ante el Pleno del Congreso estas decisiones relevantes solo darán fruto. en mayo, salvo que el propio Gobierno lo solicite, ya que las demandas llegaron tarde a la Mesa del Congreso y el proceso legislativo estará condicionado por el debate presupuestario varias semanas. Tampoco De Guindos ha querido avanzar detalles y ha remitido a los ministros de Sanidad y Educación, para que sean ellos quienes den explicaciones. Esta mejorable política de comunicación, unida a un evidente nulo interés en conseguir acuerdos parlamentarios, aísla al Gobierno, que dilapida su legitimidad indudable y se somete a un desgaste inútil. Hacer pedagogía no solo aliviaría la carga de los ciudadanos sino que reduciría tensiones y facilitaría ciertos consensos que sin duda serían muy bien vistos por quienes, desde el exterior, nos observan con desconfianza.