ESPAÑA

«¡Venga, venga! ¡Buenas tardes!»

La juez Murillo corta a un etarra en pleno juicio y éste le acusa en euskera de dar protección a los «sucios torturadores»

MADRID. Actualizado: Guardar
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La personalidad de la juez Ángela Murillo quedó de nuevo patente en un juicio en la Audiencia Nacional. La magistrada cortó ayer en seco la intervención del etarra Jon Kepa Preciado durante la vista celebrada por la colocación de un coche-bomba en Bilbao en 2003, delito para el que la Fiscalía pide una pena de seis años de prisión.

Finalizaba el juicio cuando el procesado quiso aprovechar el turno de última palabra y «decir lo que quería decir», en referencia a las torturas sufridas en sede policial. Entonces intervino la juez Murillo y le dijo: «No me interrumpa, lo que vaya a decir que sea en orden a su defensa, no para que usted diga lo que quiera». «¡Venga, venga, venga! ¡Buenas tardes!», le espetó.

Pese a todo, la advertencia de Murillo, que ya había amenazado a Preciado con la expulsión por sus comentarios durante la intervención de un testigo, no debió de calar, ya que éste le respondió en euskera con duras acusaciones: «Da usted protección a los sucios torturadores y no tiene en consideración el sufrimiento de los demás», dijo a la juez ante la negativa a permitirle ejercer su turno de última palabra.

Álex Ubago

La incriminación de Preciado en el coche-bomba frente a la sede de Iberdrola en julio de 2003, que no causó víctimas mortales, quedó acreditada para el fiscal por una carta que escribió a su novia en la que transcribía una letra del cantautor Álex Ubago. El acusado, que fue condenado en Francia por asociación de malhechores y entregado a España en agosto de 2010, escribió una misiva a su pareja poco antes de su detención en la que le pedía que se volvieran a ver «por última vez».

El fiscal ha defendido que la autoría de Preciado está «perfectamente acreditada» por «la coincidencia de grafías» entre la «carta de amor» que la novia reconoció haber recibido en su primera declaración tras ser detenida, y una serie de manuscritos encontrados en un local de Galdakao, en Vizcaya, que utilizaba la organización terrorista en los que se detallaban varias «acciones armadas», entre ellas este atentado.

La novia de Preciado, en cambio, aseguró en el juicio que no recordaba si recibió la carta con la letra de la canción y alegó que la declaración policial en la que incriminaba a su compañero fue realizada bajo la amenaza de «malos tratos».