ALEJANDRO G. RAGA «No sabemos dónde están los últimos»

Compraba y vendía pisos, muebles, se inventó una máquina para fabricar utensilios de plástico y acabó escribiendo contra la represión en medios digitales de Miami. Le cayeron 14 años, de los que cumplió 5 antes de ser desterrado a Madrid. En prisión se hizo «más agresivo. Tienes que ser más violento para subsistir y ahora hay que sacarlo poco a poco. Esta misma semana he tenido que salir en el trabajo para tomar aire. Te da un pronto violento, es un reflejo». Él parece todo menos eso. En julio cortaron las ayudas a esta pareja con dos hijos veinteañeros. Pero Alejandro ha encontrado trabajo de mantenimiento en un hospital madrileño y Bertha lleva las cuentas del Observatorio cubano de Derechos Humanos. Ahora andan buscando por España a los últimos cubanos que llegaron. «No sabemos dónde están, ni cómo están».