Pioneros en la industria maderera
Ramos-Catalina es una de las pocas empresas familiares con dos siglos de historia en Jerez
Actualizado: GuardarEntre las calles de Medina, Diego Fernández Herrera, Descalzos y Mariñiguez existió un empresario maderero cuya aserradora ocupaba todo el cuadro urbanístico en el que ahora se ubica el conjunto residencial Los Ramos, edificio que hoy lleva el apellido de esta familia jerezana en honor a su patriarca y fundador, Luis Ramos-Catalina Urpía.
Aquella vieja aserradora, cuyos grandes portalones permanecían abiertos día y noche, guardaba en su interior enormes troncos de árboles de diversas especies tropicales, amén de una ingente cantidad de vigas y tablones de diferente color y medida. La frenética actividad comenzaba muy de mañana, la que a veces coincidía con el arranque y el ruido ensordecedor de la sierra de cinta cuyo silbido se oía por toda la calle Medina. Corrían los años 60 del pasado siglo, década en la que todavía permanecían en las calles de Jerez los raíles de la maquinilla, pequeño ferrocarril que solía recorrer las principales bodegas jerezanas para recoger la mercancía de nuestros vinos y llevarlo a la estación de Pequeña Velocidad desde donde partían para sus diferentes destinos. Raíles que también atravesaban la aserradora de Ramos-Catalina, apareciendo brillantes de entre la permanente alfombra de virutas y de serrín y siendo, por lo tanto, ésta una de las pocas empresas de Jerez que gozaban de este privilegio.
Abastecimiento
Por aquellas calendas las aserradoras del Marco de Jerez formaban parte del conglomerado de empresas auxiliares que, en torno a la industria del vino, abastecían a las bodegas del material necesario para el transporte de éste, siendo en nuestro caso las maderas para el embalaje de las botellas de vino, que por entonces se hacía en cajas de madera, unas de capacidad para 12 botellas y otras de 24, llamadas baúles. Como también proveían de las vigas para construir los palos de escalera sobre los que iban montadas las primeras andanas y otros múltiples utensilios bodegueros como las parihuelas para el transporte de las botellas, tableros y borriquetas de los embotellados, atriles de etiquetado...
Ni que decir tiene que la aserradora Ramos-Catalina abastecía a un buen número de bodegas, con lo que su jornada laboral carecía de horarios, más bien podría decirse que era interminable. Las cajas de madera para el embalaje del vino de Jerez se amontonaban por centenares en la aserradora; blancas, impolutas, con sus tres tablitas dentro para que, una vez llenas de botellas fueran tapadas y claveteadas por los carpinteros de las bodegas. Es por lo que en el almacén de la aserradora esperaban ser llevadas a cada una de las bodegas que las habían encargado. Había días que los carros y camiones hacían cola a las puertas de la aserradora para recoger su pedido, algunos de ellos propiedad de conocidas marcas y otros meros transportistas en cuyas bateas se apilaban las cajas ya grabadas en tinta negra en las que se podía leer cual iba a ser su destino.
Historia y procedencia
Tras esta somera introducción de esta actividad industrial llevada a cabo por esta importante familia jerezana, queremos dedicar el resto de nuestro espacio de esta semana en las páginas de LA VOZ a LA historia y procedencia de los Ramos-Catalina, pues son una de las pocas empresas familiares que con casi dos siglos de historia continúan al servicio de Jerez y de sus vinos y que ya van por la quinta generación.
Al indagar sobre este apellido nos encontramos que a principios del siglo XIX existía en nuestra ciudad un almacenista de madera con taller, que se llamaba Leandro Catalina y que al parecer estaba afincado en nuestra ciudad desde muy antiguamente. Dicho negocio estaba situado en el entorno de la alameda Cristina. En estas mismas fechas en un pueblo de la provincia de Palencia comerciaban con maderas la familia de don Víctor Ramos V. Catalina.
Sobre el año 1860 fallece en Jerez Leandro Catalina, pasando el negocio a manos de su viuda, denominándose Viuda de L. Catalina, con domicilio entre las calles Veracruz y Medina, lo que hoy es toda la manzana que ocupa el teatro Villamarta. Y que era regentado por Adrián Toribio Catalina.
Sociedad
A finales del siglo XIX, el familiar de los Ramos Catalina residente en Palencia llamado Víctor Ramos se traslada a Sevilla para trabajar con otra rama de los Ramos-Catalina, ubicada en la ciudad del Betis. Allí se asocia con un primo suyo y se independizan, creando la sociedad Sobrinos de Ramos-Catalina, con dos almacenes en el centro de Sevilla.
Al poco tiempo y dada la prosperidad del negocio del vino y el auge comercial que toma Jerez, se unen a sus parientes jerezanos en la calle Medina, pasando esta sociedad a llamarse Víctor Ramos-Catalina en septiembre de 1920. No obstante, el mencionado primo sevillano de Víctor Ramos-Catalina, llamado Adrián Catalina, se quedó en Sevilla, en un almacén de madera radicado en la calle Gonzalo Bilbao número 8, falleciendo en el año 1937. A éste le sucedió su hijo Juan Ramón Catalina, hasta que en la década de los 60 del siglo XX liquidó el negocio.
La firma Víctor Ramos-Catalina de Jerez se transformó en la sociedad Ramos-Catalina Hermanos, que estaba formada por los hijos vivos de Víctor Ramos-Catalina y su gerente Luis Ramos-Catalina Urpía.
El 31 de noviembre de 1946, los hermanos Ramos-Catalina Urpía deciden transformar la sociedad Ramos-Catalina Hermanos en Ramos-Catalina S.A. razón social por la que actualmente se comercia y gira el negocio.
Traslado
En el año 1924, los sobrinos de Catalina trasladan el negocio a la calle Medina 44, junto a la estación de Pequeña Velocidad, que era por donde se recibía la madera a través del ferrocarril. Y que después era llevado por la maquinilla o pequeño tren de las bodegas hasta la aserradora Ramos-Catalina, donde se mecanizaba la madera para su posterior distribución y reparto por las distintas bodegas del Marco de Jerez y demás empresas que se surtían de esta prestigiosa aserradora.
La familia Ramos-Catalina siempre se ha dedicado al fascinante y amplio mundo de la madera. Es por lo que este apellido siempre se ha relacionado en Jerez con este noble material. No obstante, esta empresa familiar ha ido adaptándose a los tiempos e incorporando a su oferta y portafolio otros materiales que la sociedad y la industria han ido demandando y que han estado relacionados o asociados a este sector.
Presente
En la actualidad, la dirección de la mencionada empresa la ostenta Javier Ramos-Catalina Florido, al que desde hace alrededor de veinte años acompañan y secundan sus hijos María Teresa y Luis, quienes por su formación y conocimientos serán con toda seguridad sus sucesores.
En los tiempos difíciles que nos ha tocado vivir, en los que no es posible salir adelante sin estar todos hechos una piña, es necesario tener presente a la plantilla de trabajadores de esta empresa, quienes, con José María Bohórquez Moscoso a la cabeza, forma un bloque que hace posible la continuidad de esta entidad, la que, como se ha señalado, con más de 150 años de actividad empresarial ha marcado una trayectoria y dejado una huella en nuestra ciudad. La que llena de ilusión y renovado empuje la quinta generación espera seguir prestando y siendo útil a Jerez y a su entorno durante muchos años. Y, lógicamente, desde estas páginas deseamos que así sea.