Los españoles dudan de que el PP lo hubiera hecho mejor que Zapatero

Los españoles destilan pesimismo y los pocos que mantenían viva alguna esperanza en la recuperación van desinflándose a medida que avanza el 2012. Las elecciones del pasado 20 de noviembre alimentaron, según detectó un estudio del CIS hecho público esta semana, una cierta ilusión de mejoría, especialmente entre los casi once millones de votantes del Partido Popular. Apenas cuatro meses después, la inmensa mayoría de ellos (86,4%) define como mala o muy mala la situación económica y el 62% cree que, dentro de un año, será igual o todavía peor.

El electorado popular es claramente más entusiasta con las posibilidades de un mejor mañana que la media y aún queda un 26,7% que mantiene que en doce meses la crisis será menos aguda. Pero el panorama que dibuja el último barómetro de marzo dista mucho del que dejaba traslucir el estudio postelectoral que hoy vio la luz, realizado entre el 24 de noviembre, cuatro días después de las generales, y el 15 de enero. Entonces, el 67% se mostraban convencidos de que, pasados los comicios, la situación sería «mejor o mucho mejor».

No se compadecía el análisis de este electorado animoso con el del resto de los partidos. En general, los españoles consideraban ya a finales de 2011 que, pese a las responsabilidades del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero en el deterioro de la economía, el Partido Popular no lo habría hecho mejor. Lo veía así un 46,6%, frente a un 30% que creía que con Mariano Rajoy otro gallo habría cantado; al margen, queda un 22,6% que se declaraba incapaz de entrar al trapo de la ucronía. Casi siete de cada diez votantes del PP aseguraban, en cambio, que el partido conservador habría gestionado mucho mejor.

La foto de ese extensísimo estudio -realizado a partir de más de 6.000 entrevistas- ha quedado de alguna manera desfasada, pero contiene elementos que servirán a todos los partidos para analizar el comportamiento pasado y futuro de sus votantes. Una lectura, que no por obvia es menos relevante para el actual Ejecutivo, es la de que aunque los españoles identifican a distintos 'culpables' de la gran recesión siempre acaban pidiendo cuentas a quien ocupa el Palacio de La Moncloa.

Es curioso así que los encuestados arremeten contra los bancos como muy o «extremadamente» responsables de la crisis en un 61,6%; la situación económica internacional lo es para el 49%; el Ejecutivo para el 38,5% y la Unión Europea para el 30,6%. Y, sin embargo, cuando lo que se pregunta al ciudadano es, específicamente, quién tiene la responsabilidad «fundamental», la mayoría se inclina por el Gobierno de la nación.

La percepción, en todo caso, es distinta en función del partido al que se votó el 20-N. Los socialistas creen que la situación internacional ha sido clave (una prueba de que caló el mensaje del partido en campaña), los de Izquierda Unida señalan al poder financiero y los de CiU reparten culpas casi por igual entre el Gobierno y los bancos, un análisis similar al de los de UPyD.

Más impuestos

Más allá de lo económico, el sondeo también hace un retrato de las creencias políticas y sociales del electorado español; un electorado poco extremista a la hora de opinar sobre si los inmigrantes aportan riqueza o ponen en peligro los valores y la cultura españolas; relativamente convencido de que para tener buenos servicios sociales es preciso pagar impuestos (son más lo que creen que deben mejorarse aunque haya que pagar más que los que abogan por lo contrario); y ampliamente favorable a la adopción por parte de parejas homosexuales (solo un 15% cree que debería prohibírseles frente al 35% que sostiene que tienen el mismo derecho).

Las diferencias entre votantes del PP y del PSOE son claras pero no exageradas. Como es poco relevante la diferencia en la valoración que de sus dos líderes. Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba suspenden con un 4,79 y un 4,51, respectivamente. Rosa Díez, la mejor parada, roza el aprobado con un 4,91. Al presidente del Gobierno le consideran ligeramente más honrado y competente que al líder de la oposición, pero también con menos de liderazgo.