LA CUARTA RECONQUISTA
Actualizado: GuardarEl Rey Mariano I, el lacónico, lo había llamado a Palacio. Acudió con el mejor de sus ternos. Ponme el azul, fiel Antonio, que es el color de Endesa, le dijo a su lugarteniente. El gran Conde, el Tostarica, como le conocían sus huestes por el color como de galleta tostada de su cara, montó en su caballo Incorrupto y salió corriendo a Al Andalus a mantener su cuarta y heroica cruzada contra el infiel.
Besó la rojaygualda con pasión inusitada y hasta Sor Bañez, emocionada, le lanzó unos despidos que tenía de sobra en los bolsillos. «Tomad valeroso e insistente conde, para los eres, que le van a a hacer falta». Todos escucharon la arenga del canónigo ecónomo: «Peperianos, uy,que diga, cristianos. Id a conquistad Al Andalus. Que sepan todos los vasallos que somos los representantes de la Cristiandad. Nadie ha protegido como nosotros a la familia. Más que hay que mirar a vuesas mercedes Cospedal, Aguirre, Saénz de Santamaría.que no han tardado ni un mes en mirar por las suyas, colocándolas.en los altares. Nadie como nosotros está practicando la caridad con los desfavorecidos, esos pobres de solemnidad que tienen montañas de dinero negro y les hemos dicho: aflorad, hermanos, aflorad, que sereis recompensados».
¿Y por qué no me perdona a mi también la hipoteca? gritó desde el fondo un endemoniado perroflauta. ¡A la hoguera con el, a la hoguera! gritó la muchedumbre enfervorecida.
Otro que va también ya por la cuarta reconquista olímpica, el pequeño Rui Gallardón sacó la Cruz Blanca (no la que se sirve fresquita, sino la otra) y le dio al Conde Tostarica dos cruzasos en los hombros. «Oh caballero, te doy dos toques porque a ti te gusta decirlo todo dos veces».
Y allá salió el Conde con un gran ejército de escribientes y pregoneros que con pluma certera cantaban al pueblo las hazañas del rey Mariano y relataban con exacto detalle las endemoniadas acciones de los sarracenos.
Para que la armadura del Conde aún brillase más ante la muchedumbre dio orden el Rey de que no hubiera nubarrones ni tormentas que estropearan el caminar de Incorrupto, el caballo de Tostarica. Más un anciano que hacia pan de telera en un molino mediní cuando lo vió pasar subido en su arreglado corcel, comentó: Este no reconquista ni la plaza San Juan de Dios, porque más que la espada de gentil caballero, lo que se le ha visto es el plumero.