DEVOTIO MODERNA

STABAT MATER

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El éxito de la devoción popular se encuentra en la fácil identificación del hombre con Dios a través de la humanidad de Cristo. Lo mismo pasa con la Virgen María al representarla como Dolorosa, ya que el dolor es innegable al ser humano. Las referencias literarias de los Dolores de María se remontan a la Edad Media con San Ildefonso de Toledo, Alfonso X o franciscanos como SanBuenaventura, San Bernardino o Jacopone de Todi, quien creara el himno del Stabat Mater (s. XIII) y todos ellos propagaron la iconografía de la Dolorosa.

Esta iconografía se diversifica y podemos encontrarla en tres momento de la Pasión y Muerte: la Virgen de los Dolores, reconocible por los siete puñales; la Piedad, donde se encuentra María con su hijo muerto en su regazo, y por último, la Virgen de la Soledad, donde se muestra contemplando a su Hijo muerto. En España, la representación procesional de la Virgen, al igual que ocurre con la de Cristo, la podemos remontar al s. XVI. Y aquí contamos con la peculiaridad de vestir a las imágenes, así en 1565 Isabel de Valois, tercera mujer de Felipe II encarga al escultor jienense Gaspar Becerra la versión escultórica de una pintura flamenca de la Virgen en su Soledad. Esta imagen fue preparada por la camarera de la Reina, la condesa de Ureña, y para ello se usó la indumentaria de luto que usaban las viudas de la Casa de Austria. Esta imagen fue tallada en el Convento de frailes Mínimos, motivo por el que estos religiosos serán quienes difundan esta devoción.

En Cádiz contamos con representaciones increíbles de la Virgen, que a su vez ponen de manifiesto la riqueza escultórica por la confluencia de escuelas. Por destacar a las mejores de entre las buenas, citemos a Desconsuelos de Afligidos, Dolores de Servitas y Mayor Dolor de Buena Muerte.

Todas estas manifestaciones artísticas nos ayudan a reflexionar el papel corredentor de María, ella fue la primera en comprender quién era Jesús y la misión que le traía a esta tierra: «Mientras Cristo inmolaba la carne, María inmolaba el espíritu...» (Arnoldo de Chartres, De Sept. Verbis...,3). Y como dice el Santo Padre, Benedicto XVI «Todo ha venido de Cristo, incluso María; todo ha venido por María, incluso Cristo».