JUGAR A LOS PASITOS
Actualizado: GuardarAnte el multitudinario Vía Crucis Diocesano del 14 de agosto en Cádiz, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, sectores clericales y cofrades acusaban al Secretariado de Pastoral Juvenil de «jugar a los pasitos». La crítica solía venir de aquellos que no «jugaban», pero elucubraban sobre lo anacrónico de ver un muñidor por el Campo del Sur en esas fechas. El resultado es indiscutible: no fue una procesión, aunque salieran pasos a la calle; no fue una exposición, aunque el patrimonio artístico era digno de admirar; no tuvo el adjetivo «magno», pero no cabe duda de que fue solemne. El objetivo se alcanzó: desarrollar el Vía Crucis habitual en estas jornadas, desde nuestra religiosidad popular, y orar con gran recogimiento en la Catedral.
Inevitable fue compararlo con los actos que el Consejo de Cofradías había anunciado -con tanta anterioridad y controversia- para recordar la Constitución de 1812. Comentarios que no tenían razón de ser, pues no se pretendía emular nada al tener objetivos diferentes y partir de motivos dispares. Pero cabe preguntarse si para celebrar este Bicentenario, es adecuado que los representantes cofrades hagan el 'juego' a las administraciones, adornando de popular una conmemoración civil que ha referido tímidamente la gran relevancia de la Iglesia en tales Cortes, y durante las cuales la realidad cofrade fue anodina; aunque ahora, doscientos años después, sea la evocación más folclórica de la promulgación liberal.
Me preocupa cuando se habla de 'La Magna' pues parece que nos referimos a un espectáculo de varietés, olvidando el sentido cultual de la procesión o la contemplación catequética de la Pasión del Señor. Personalmente no encuentro el sentido devocional -por más que me lo expliquen- a las exposiciones con imágenes que reciben culto habitual en sus templos, precedidas de ostentosos 'traslados' por la calle, que por mayo tendrán lugar en sendos conventos de Santa María.
En 1812 la Iglesia ofreció la fe y su visión cristiana de la sociedad. Dos siglos después, teniendo una ingente y desarrollada Doctrina Social que puede alumbrar a nuestros contemporáneos, nos limitamos a deslumbrarlos con nuestros cirios.