Omar Sharif y Peter O'Toole recibieron sendas nominaciones al Oscar. :: SUR
Sociedad

'Lawrence de Arabia' cumple medio siglo

Ningún estudio financiaría hoy un filme épico de carácter intimista y con un rodaje infernal

MADRID. Actualizado: Guardar
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Steven Spielberg siempre revisa 'Lawrence de Arabia' antes de rodar una película. La descubrió de adolescente en Phoenix. Salió del cine sin habla. Vivir rodeado del desierto de Arizona le hizo entender mejor la comunión del protagonista con la naturaleza. Se compró el disco con la banda sonora de Maurice Jarre y estuvo escuchándolo durante meses, intentando averiguar cómo se habían rodado las escenas a partir de un libreto con fotos. No es difícil detectar la influencia de David Lean en el autor de 'War Horse'. Hasta el extremo de que en 'Poltergeist' reprodujo el sonido de la tierra cayendo sobre el ataúd de la madre de Yuri Zhivagho en la secuencia en que la familia entierra a su pajarito mascota. Spielberg considera 'Lawrence de Arabia' «el mejor guion de la historia del cine». En 1988 financió junto a Scorsese la restauración del filme y Lean pudo así incluir el metraje que Columbia eliminó en 1962.

Se cumple medio siglo del estreno de una epopeya que, de rodarse hoy, superaría los 300 millones de dólares de presupuesto. Claro que en aquella época no había efectos digitales para multiplicar los extras ni falsear los crepúsculos. El éxito de 'El puente sobre el río Kwai' le dio carta blanca al director británico para gastarse 20 millones de dólares por tierras jordanas y marroquíes. Algunas localizaciones pasaron a figurar en los mapas después de un rodaje que de los cinco meses previstos pasó a durar casi dos años y medio. Galardonada con siete Oscar, 'Lawrence de Arabia' permanece como un clásico del cine y uno de los últimos ejemplos de un modelo industrial irrepetible. Hoy ningún estudio financiaría un espectáculo filmado en paisajes naturales, que al mismo tiempo es un profundo estudio psicológico de un hombre destrozado por su propio mito.

Thomas Edward Lawrence (1888-1935) cimentó su leyenda cuando en 1926 publicó su autobiografía contando sus experiencias en el desierto, 'Los siete pilares de la sabiduría'. El militar británico que acaudilló la revuelta de tribus árabes contra los alemanes y los turcos durante la campaña africana de la I Guerra Mundial ya era inmensamente popular gracias al periodista americano Lowell Thomas, que propagó sus hazañas en un espectáculo itinerante por EE UU y Reino Unido con la proyección de documentales rodados sobre el terreno.

La compleja personalidad de T. E. Lawrence no se agota en una sola película. «No sé si es usted un maleducado o un perfecto idiota», le espeta un superior. «Ni yo mismo lo sé», responde un héroe pletórico de arrogancia y vulnerabilidad. El guion del dramaturgo Robert Bolt, contratado después de rechazar el trabajo de Michael Wilson durante dos años, muestra a un iluminado que sufre una epifanía en el desierto. Un caudillo y un profeta atormentado rodeado de una guardia pretoriana, que se descubre gozando cuando le torturan o bañando de sangre la arena. Martin Scorsese resume bien lo que califica como 'épica interior', «el primer filme realizado a una escala épica cuyo verdadero marco es la pasión privada de un hombre angustiado».

Más allá de aproximaciones psicológicas al mito, 'Lawrence de Arabia' se erige como un suntuoso espectáculo construido mediante imágenes hipnóticas: la sombra de Lawrence corriendo por el techo del tren asaltado, la legendaria aparición de El Karish (Omar Sharif) desde el horizonte -el director de fotografía Freddie Young osó filmar un espejismo-, la celebérrima transición que funde una cerilla consumiéndose con el amanecer del desierto...

El rodaje en un paraje jordano únicamente hollado por beduinos obligaba a mantener el celuloide en cámaras frigoríficas debido a las infernales temperaturas. La odisea de desplazar las gigantescas cámaras de 70 milímetros se sumaba a la necesidad de alisar la arena cada vez que se repetía una toma. Sevilla facilitó la capitanía de la Plaza de España y la Casa de Pilatos para recrear los cuarteles generales de Allenby en El Cairo y Jerusalén. El teatro Lope de Vega acogió la Conferencia de Damasco. La costa cercana a Carboneras, en Almería, sirvió para reproducir la ciudad de Akaba mediante 300 edificaciones de cartón piedra.

Mil extras a camello

Como recuerda Peter O' Toole en los extras de la cuidadísima edición en DVD editada por Columbia, era mejor no pensar qué podía ocurrir si se caía de su montura mientras le seguían en estampida mil extras a camello. O' Toole, por entonces un actor teatral en alza, sustituyó al protagonista inicialmente previsto, Albert Finney, que rechazó el papel tras hacer las pruebas de cámara. El egipcio Omar Sharif también se benefició de la nominación al Oscar y pasó a convertirse en la estrella árabe por antonomasia. Su acento se lo copió Alec Guinness como el príncipe Faisal.

«Era una película muy cara, sin chicas ni nadie que se desnudase», relata Sharif. «Solo con un montón de árabes vagando por el desierto sobre sus camellos durante cuatro horas. Los protagonistas eran desconocidos y el personaje principal un antihéroe un poco amanerado. Me descubro ante Sam Spiegel y los productores que pusieron el dinero. Yo pensé que David Lean y Robert Bolt estaban locos».