Senegal se juega su futuro democrático en las urnas
La jornada electoral demuestra la tensión existente entre los seguidores del presidente Wade y la oposición
Actualizado: GuardarLas cargas policiales en el colegio electoral del jefe de Estado ejemplifican la grave situación que vive Senegal. El país asistió ayer a la segunda vuelta de sus comicios presidenciales en un ambiente de extrema polarización entre los seguidores de Abdoulaye Wade, que aspira a un polémico tercer mandato, y aquellos que apoyan a su rival Macky Sall, líder de la Alianza por la República.
En la primera convocatoria, el actual mandatario senegalés obtuvo el 34,8% de los votos frente al 26,6% de su adversario. El primero achacó su fracaso en la consecución de la victoria absoluta al clima de miedo generado por sus detractores, mientras que Sall confió en su triunfo final apelado a la unión de fuerzas que reclaman la retirada del presidente.
Las expectativas generadas por la llegada al poder de Wade en 2000 se han visto truncadas, lo que ha generado un gran movimiento social que demanda su salida. La reforma constitucional impulsada un año después de su ascensión limitaba a dos los mandatos del Ejecutivo, pero el presidente no se sintió afectado por el cambio y aspira a una reelección, ampliamente contestada.
El desarrollo económico experimentado por el país africano en la última década no ha supuesto una significativa mejora de las condiciones de vida de sus habitantes, empujados a la emigración a Europa. La carestía de los productos básicos y la falta de infraestructuras también lastran su gestión, asimismo contestada por la corrupción y la dilapidación de recursos. El repudio a Wade también se halla ligado al nepotismo con la ascensión política de su hijo Karim, que ha llegado a detentar varios ministerios, y al que se considera el delfín del régimen.
Macky Sall ha prometido limitar a dos los periodos presidenciales y reducir su extensión a cinco años. A lo largo de la segunda campaña electoral, sus seguidores han denunciado la compra por Wade de adhesiones de influyentes líderes religiosos y locales, especialmente en las zonas rurales. Existe el temor de que un triunfo final del dirigente provoque una sublevación popular o genere un golpe de Estado, fenómenos inauditos en una república africana de intachable trayectoria democrática.