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El ganador moral
Su larga trayectoria política le vendrá bien para negociar un pacto de gobierno con Diego Valderas José Antonio Griñán Candidato del PSOE
SEVILLA. Actualizado: GuardarA José Antonio Griñán Martínez (Madrid, 1947) le ha tocado administrar la primera derrota socialista tras ocho victorias consecutivas. Pero ha sido una derrota tan dulce que Griñán apareció anoche como el ganador moral de las elecciones andaluzas. Además con posibilidades de gobierno, no como Felipe González en el 96. El candidato socialista no pudo evitar emocionarse. Y es que ha sido una campaña muy dura para el candidato socialista. Y muy sola. Prácticamente ha sido quien ha tirado del carro toda la campaña, insuflando moral a su reducido equipo. Solo el último día recibió el apoyo de Felipe González y Rubalcaba. Era casi el único de su partido que se creyó que se podía frenar el ascenso que parecía imparable del partido de Javier Arenas.
En realidad, casi todos en el PSOE estaban más preparados para el fin de una etapa con más luces que sombras, aunque el paro que registra la comunidad, un 31% de su población activa ensombrece las luces. No habrá punto y final a 30 años de hegemonía socialista, sino punto y aparte. Ahora Griñán tendrá que negociar un pacto con Diego Valderas que garantice un gobierno estable. No es tarea fácil, pero su larga experiencia política le podrá servir.
Griñán, inspector de Trabajo por oposición, se ha dedicado a la política desde comienzos de la democracia, cuando entró en los gabinetes de Escuredo y Rodríguez de la Borbolla. Fue consejero de Salud del primer gobierno de Chaves (1990-1991), y luego ministro con Felipe González (primero Sanidad y luego Trabajo, entre 1993 y 1996). Ha sido diputado nacional y autonómico. Una trayectoria solvente, aunque discreta y de segundo nivel. Cuando volvió a la Junta de Andalucía en 2004 para hacerse cargo de la Consejería de Economía y Hacienda, varios le miraron como posible delfín de Chaves. Él decía que, por edad, se tendría que jubilar cuando Chaves. Ni uno ni otro lo han hecho aún.
Algo le sale bien
Con el resultado de anoche Griñán sale fortalecido en su partido y quizás pueda descolgarse el sambenito de eterno sucesor de Chaves. También el de que todo le sale mal. Desde que aceptó sustituir a Manuel Chaves al frente de la Presidencia de la Junta en abril de 2009, a Griñán siempre le ha tocado bailar con la más fea. Asumió la máxima responsabilidad en plena crisis económica, cuando la sangría de parados era casi imposible de parar. Desde entonces no han dejado de soplarle los vientos en contra.
Con el paro y la crisis contaba el ahora presidente en funciones de la Junta. Pero no con el escándalo de corrupción destapado en la Consejería de Empleo. Aunque es un asunto heredado, Griñán se ha comido el marrón del caso de corrupción quizás más importante ocurrido en el Gobierno andaluz, con una decena de excargos socialistas imputados. El binomio paro y corrupción era muy difícil de salvar en la carrera de obstáculos para revalidar los resultados electorales de otras convocatorias. Pero no se arredró. Aceptó presentarse cuando otro cualquiera hubiera tirado la toalla.
En clave interna, Chaves fue cediéndole espacio -primero el Gobierno, después la secretaría general-, no sin que la relación se resquebrajara hasta tal punto que esta campaña ni han coincidido en ningún acto público. Anoche Chaves estuvo en el hotel Renacimiento en un discreto segundo plano, pero estuvo. También le dejó la presidencia del PSOE el pasado febrero, en un intento de su partido de salvarle la cara ante las elecciones andaluzas después de su apuesta fallida por Carme Chacón.
No ha sido este el único error de cálculo del líder socialista. Su inexperiencia orgánica le hizo apostar por un cambio generacional al frente del partido en un mal momento. Su número dos, Rafael Velasco, dimitió tras no aguantar la presión pocos meses después del congreso regional. Le sustituyó Susana Díaz, que dos meses antes de las elecciones tampoco supo contener las trifulcas internas en su propia agrupación, la de Sevilla, en la elaboración de las listas.
En el Gobierno tampoco le han ido las cosas mejor. Griñán ha acometido hasta cuatro cambios de su gabinete en tres años. El plante de Luis Pizarro, mano derecha de Chaves en el PSOE, abandonando la Consejería de Gobernación dejó ver cual de importante era la brecha en el partido.
Con todo, el mayor problema en su gobierno se lo dieron los empleados públicos de la Junta a resultas de la reforma del sector empresarial sin consenso con los sindicatos de funcionarios.
Frente a tamaños problemas como el paro, la crisis, los ERE falsos y las dificultades internas en su partido, a Griñán no se le ha visto desbordado, aunque sí con reacciones inesperadas que le han granjeado fama de imprevisible. Su famosa espontaneidad, que en la campaña le ha servido para acercarse a los ciudadanos en la calle sin complejos, llevada a la gestión política ha provocado no pocos desconciertos en sus equipos cercanos. Lo que estos llaman «las cosas de Pepe Griñán».
Pero al cuarto presidente de la Junta de Andalucía (sin contar a Plácido Fernández Viagas) sus colaboradores también le valoran un trato afable y cercano. Es cordial y goza de un gran sentido del humor. Apasionado de la música, especialmente de la ópera, e hincha del Atlético de Madrid, Griñán deberá esperar unos años para dedicarse a lo que más le complace, su familia. Está casado con María Teresa Caravaca, tiene tres hijos y cuatro nietos. En la campaña supimos que el menor de sus hijos está en paro. También confesó su amor por la agricultura, heredada de su abuelo que fue ingeniero forestal y que ha transmitido a su hija, ingeniera agrícola. Sin embargo nunca menciona que un tío materno, el magistrado Rafael Martínez Emperador, fue asesinado por ETA en 1997.
En gustos culinarios es conocido que le chiflan los bocadillos de caballa con pimientos morrones que el mismo se prepara.