«Fonsi es como mi hermano»

De la que me quede embarazada me corto el pelo a lo chico», suelta espontánea Ariadne Artiles, una mujer acostumbrada a que se cumplan todos sus sueños, menos el de deshacerse, si quiera temporalmente, de esa fabulosa melena que es una de sus principales señas de identidad como modelo. No es que esté pensando ahora mismo en tener un hijo («lo veo lejano», apunta), es solo que, después de diez años de posar y desfilar, le gustaría cambiar radicalmente de 'look'. Pero acaba de fichar como embajadora de la línea Pantene Clinic para cabellos finos y no es precisamente el momento. Este rutilante 'nombramiento' coincide con la presentación de su nueva colección de ropa que ya está triunfando en Italia.

Esta hiperactiva treintañera, española por el mundo, vive a caballo entre Nueva York y Madrid. «Tengo la suerte de quedarme frita en los aviones. Apenas hemos despegado ya estoy dando una cabezada. Y menos mal, porque me paso la vida en el aire». Lo cual no significa que viva en las nubes. «Me considero una privilegiada porque aún no he notado la crisis. Pero como ciudadana lo vivo con tristeza. Todos tenemos algún familiar o amigo que ha perdido el trabajo o que le han bajado el sueldo». No es el caso de su hermana menor, Aída, también modelo. «Acaba de llegar a Nueva York -explica Ariadne- y ya le han llamado para una campaña de una importante firma de lencería. Yo le digo que ha tocado el cielo».

Ariadne no tiene una explicación muy exacta sobre por qué su nombre termina en 'e', pero sí sabe que su padre «un amante de las lenguas extranjeras», se lo puso tras leer un libro sobre mitología griega y admite que como el mito de Ariadna, «soy buena saliendo de los laberintos». Sobre todo, de aquellos en los que le mete a veces la prensa. Alba Carrillo, actual pareja de su exmarido, Fonsi Nieto, confesó a este periódico que «dado que ella nunca habla de sus cosas» no le había hecho gracia que Artiles hablara en público de Lucas, el bebé de la pareja, pero Ariadne escurre el bulto. «Me cuesta creerlo. Tengo una relación buenísima con los dos. Estuve en su casa conociendo al niño y luego vinieron ellos a la mía a cenar. Fonsi es como mi hermano».

«Soy una esponja»

De su fugaz matrimonio con el motorista (duró menos de tres años) no guarda mal recuerdo, pero lo considera una decisión inmadura. «Cuando te casas con 23 años, eso casi es como un noviazgo. Yo lo veo así por lo menos. No creo que una niña de esa edad tenga la cabeza como para tomar una decisión para toda la vida», puntualiza. Cuando conoció a Fonsi, llevaba trabajando tres años como modelo en Miami. «Salí de mi casa y de mi isla con 17 años y desde entonces he aprendido mucho. Soy una esponja», declara.

Hija de un profesor de inglés y una funcionaria, nació en Las Palmas de Gran Canaria un 18 de enero de hace treinta años y fue bautizada en la playa. De su infancia isleña conserva la dulce memoria de sus primeras brazadas en el mar, de los días de juegos con sus veinte primos en la playa de San Agustín o de sus acampadas con los 'scouts'. «No era chicazo pero tampoco demasiado coqueta. Yo quería ser psicóloga. Mi mundo era mi isla. Pensaba que en Gran Canaria no me podía pasar nada malo. Ir a la península me parecía casi como ir a América», recuerda hoy riendo.

Pero sus padres la animaron a irse a estudiar COU a Madrid y con 17 años se plantó en la capital. «A los veinte, me fui a una agencia de modelos; quería tener dinero para mis caprichos. Y Bruce Weber me seleccionó para una campaña americana a nivel mundial de Abercrombie. Eso me cambió la vida. Decidí dejar la carrera para más adelante. Hice las maletas y me fui a Miami». Y ya han pasado diez años. Ahora la modelo dice encontrarse en un momento «que no cambio por mis veinte. Estoy en una edad en la que a tu alrededor todo tiene una armonía. Te aceptas, ves otras cosas en ti que valoras más. Conocerte a ti misma empieza a ser a esta edad más importante que encontrar al novio de tu vida». Pero en ese terreno, Artiles no suelta prenda. «¿Enamorada? Solo diré que la vida me sonríe, que si ahora mismo no digo que soy feliz sería casi mala persona».