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El Papa dice a Cuba que el marxismo está superado
Benedicto XVI ofrece la Iglesia para ayudar a la transición en la isla «con espíritu de diálogo y de modo constructivo»
LA HABANA. Actualizado: GuardarEl Papa emprendió ayer su viaje de seis días a México y Cuba, una primera jornada que pasó en el largo vuelo de 14 horas hasta León, en el estado de Guanajuato. Sin embargo, la primera noticia del día fue antes de subir al avión, cuando apareció caminando por primera vez con un bastón, un nuevo síntoma de debilidad en un viaje que ya se veía precisamente como un desafío a su estado físico. Según fuentes del entorno papal, usa el bastón en privado desde hace dos meses. Luego, siguiendo la costumbre, se acercó a responder a preguntas del grupo de periodistas que viajan con él, pagando en este caso 6.720 euros. Salió de inmediato el tema de Cuba. Llega allí el lunes, pero acapara el interés del viaje. De México habló únicamente para condenar el narcotráfico. Tras recordar las célebres palabras de Juan Pablo II en su visita a la isla en 1998 -«Que Cuba se abra el mundo y que el mundo se abra a Cuba»-, Ratzinger declaró que se siente en «absoluta continuidad»: «Hoy la ideología marxista, como fue concebida, ya no responde a la realidad y si no se puede construir un tipo de sociedad hay que encontrar modelos nuevos, con paciencia, en modo constructivo. En este proceso, que exige paciencia pero también decisión, queremos ayudar en un espíritu de diálogo, para evitar traumas y contribuir a ir hacia una sociedad justa». «Es obvio que la Iglesia está siempre de la parte de la libertad, libertad de conciencia, libertad de religión», concluyó, para evitar malentendidos.
Es un mensaje que describe claramente de un proceso de transición, en el que la Iglesia está involucrada, busca protagonismo y toma con enorme interés, pensando en el futuro. Las palabras de Ratzinger reproducen exactamente el particular momento de colaboración entre el Gobierno de Raúl Castro y la Iglesia cubana, un embrión de sintonía en el que ambas partes se mueven con planes a largo plazo. Además el Papa, para despejar cualquier sospecha de injerencia, subrayó que la Iglesia «no es un poder político, no es un partido, sino que es una realidad moral, un poder moral».
Es en este marco en el que la disidencia cubana, incluida la católica, critica que la Iglesia y en especial su líder, el obispo de La Habana, el cardenal Jaime Ortega y Alamino, se preocupen tanto de no molestar a las autoridades para no arruinar la química y perder lo conseguido hasta ahora. Ser creyente ya no está perseguido, las parroquias pueden hacer una mínima labor social y educativa y se ha abierto un tercer seminario en La Habana. El cardenal medió en 2010 para lograr la liberación de un centenar de opositores que acabaron en España y también en el permiso a las concentraciones de las Damas de Blanco. Pero ha sido llamativo que el propio cardenal llamara a la Policía la semana pasada para desalojar a un grupo de 13 disidentes que ocupó la iglesia de la Caridad. Fue el primero de varios momentos de tensión que están precediendo la visita.
En este contexto la crítica del Papa al marxismo entra dentro de las reglas de juego, pues no deja de ser la que también hace implícitamente en Cuba el propio partido comunista. De hecho, ayer respondió desde La Habana con toda tranquilidad el ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez: «Respetamos todas las opiniones, consideramos útil el intercambio de ideas». Tras afirmar que en el país existe «plena libertad religiosa», definió como «muy favorables» las relaciones con la Santa Sede.