Editorial

Matanzas y preguntas

Los asesinatos de Toulouse solo deberían provocar unidad social y condena unánime

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En cuanto pase la conmoción provocada por los inicuos asesinatos de siete ciudadanos franceses por un terrorista de AlQaida se presentará, a no dudarlo, la tempestad política. Y en plena campaña para la elección presidencial, el asunto evolucionará hacia territorios más abruptos y prosaicos que los de la condena unánime y la solidaridad con las familias de las víctimas. De hecho ya se registran algunas escaramuzas en los grandes partidos, que reflexionan sobre cómo actuar para evitar que el presidente Sarkozy se apunte un tanto. El tanto sería la rápida identificación y neutralización del terrorista, un francés de origen argelino con notorio entrenamiento militar y un arsenal privado con el que podría haber continuado sus ataques. El éxito, sin embargo, se atenúa mucho si se considera que, como reconoció el propio ministro del Interior, Claude Guéant, el sujeto era conocido como un militante yihadista y estaba en los ficheros policiales como tal. La revelación de que estuvo en Afganistán y participó allí en operaciones militares y terroristas para volver a Francia con toda tranquilidad añade un punto de estupor a la conducta de los poderosos servicios secretos franceses. Con estas valoraciones en la calle y en los medios, lo más prudente y honorable será tal vez que los partidos ahorren al público el bochorno de una polémica agria sobre eficacia, autoría y responsabilidad. Algo de esto sabemos aquí. La matanza, en todo caso, ha dejado sin vida a siete inocentes. Con la elección cuidadosa de las víctimas, franceses de origen árabe y ciudadanos judíos, el terrorista y megalómano quiso dar un color pretendidamente 'político' a sus repugnantes delitos, insertarlos en una pretendida guerra que la cultura musulmana estaría librando 'contra cruzados y judíos'. Esta falacia retórica no pasa, un asesinato a traición no es un acto de guerra y si entre las víctimas hay niños se añade un plus de crueldad y cobardía que solo debería producir unidad social y condena unánime. Eso deben procurar los franceses, empezando por sus líderes políticos.