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Un lobo solitario de la guerra santa

Mohamed Merah es un francés de origen argelino con un pasado delictivo y un proceso de radicalización 'yihadista' poco común

PARÍS. Actualizado: Guardar
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Mohamed Merah, el 'yihadista' que abrió por su cuenta un frente de la guerra santa en la región de Toulouse, es un francés de origen argelino con un perfil de radicalización salafista atípica, según las autoridades galas. Con abundantes antecedentes por delincuencia común desde que era menor de edad, este mecánico-chapista de 23 años había viajado por vías inhabituales un par de veces a Afganistán, donde llegó a estar seis meses preso por colaborar con la insurgencia talibán.

Según sus propias palabras a los negociadores policiales, el lobo solitario de la causa 'muyahidin' esgrimió la suerte de los palestinos, la presencia militar francesa en Afganistán y la prohibición del velo integral en su país natal como las motivaciones principales que le llevaron a saciar con sangre infiel su sed de venganza. Aunque el 'combatiente de Alá' reivindicó ser un militante de Al-Qaida, los servicios contraterroristas solo tienen constancia de su pertenencia a los Caballeros de la Gloria (Forsane Alizza), grupo extremista islamista que fue prohibido por el Gobierno francés el pasado mes de enero por haber reclutado a 'muyahidines' para enviarlos a combatir en la guerra de Afganistán.

Merah nació el 10 de octubre de 1988 en Toulouse en el seno de una familia de origen argelino con cinco hermanos, de los que tres son varones. Según los vecinos, su hermano mayor y él mismo se habían distanciado de su madre, que apenas ejercía influencia sobre ellos debido a que habían entrado en una espiral integrista. Un amigo de la infancia lo describió como «alguien muy amable y muy tranquilo».

Tras trabajar como mecánico y chapista en un taller, hace un par de años intentó enrolarse en la Legión Extranjera, pero fue rechazado por los mandos militares debido a su inestabilidad psicológica y a sus antecedentes judiciales. Para entonces ya había llamado la atención de los servicios del contraespionaje francés como un elemento potencialmente peligroso, pero sin mostrar signos de preparar actuaciones criminales.

'El terrorista de la moto', de obediencia salafista, viajó un par de veces a la frontera entre Pakistán y Afganistán con intención de integrarse en los grupos de combatientes talibanes. La última estancia, de dos meses, concluyó con un regreso precipitado para curarse una hepatitis A en Francia. Ya se había desplazado a la región a finales de 2007 cuando fue internado en la prisión de Kandahar.

Control de la Guardia Civil

Encarcelado bajo la acusación de colaborar con los insurgentes, se evadió de ese penal del sur afgano en junio de 2008 al amparo de una fuga masiva de presos gracias a la voladura de la entrada principal mediante la explosión de una potente bomba existente en un camión. El director del centro penitenciario, Ghulam Faruq, precisó que fue condenado a tres años de prisión por la colocación de bombas en la provincia de Kandahar, cuna del movimiento talibán.

Según medios antiterroristas españoles, los servicios de información franceses les alertaron el año pasado de la participación de Merah en un congreso salafista que se celebró en la provincia catalana de Gerona. Agentes de la Guardia Civil ya lo habían identificado el 18 de noviembre de 2007 cerca de la frontera con Francia al dar el alto a un vehículo en el que circulaba junto a otras tres personas. Los cuatro individuos continuaron su camino tras mostrar su documentación en el control sin que se sepa de dónde procedían o a qué obedecía su estancia en España.

El abogado Christian Etelin, defensor de Merah desde 2004 o 2005 en numerosos casos de delincuencia juvenil, declaró que siempre le había parecido un «individuo flexible en su comportamiento y no rígido hasta el punto de hacer pensar en un fanatismo». «No daba la impresión de que pudiera radicalizarse y lanzarse a acciones de una dureza absoluta», agregó tras presentar a su cliente como un joven «educado y cortés».

Sin embargo, el letrado admitió que hace dos años supo «que se había radicalizado súbitamente y que se había ido a Afganistán». La última vez que le asistió ante un tribunal se remonta al pasado 24 de febrero por un viejo caso de conducción sin permiso. En esa ocasión Merah, con hasta 18 antecedentes policiales en su mayoría por robos en algunos casos con violencia, fue condenado a un mes de prisión. A principios de abril debía comparecer ante un juez de ejecución de penas para decidir las modalidades de cumplimiento de la sentencia.