Cádiz recibe la Medalla de la Provincia por enarbolar la bandera de la libertad
El acto fue presidido por Sáenz de Santamaría, quien apeló al espíritu decimonónico como ejemplo de «superación» y de «reformismo»
Actualizado: GuardarLa Diputación provincial rindió ayer el mejor homenaje que se le pudiera hacer a nuestra democracia y a la ciudad que la engendró. Ayer fue un día histórico no solo por la conmemoración de un pasado que Cádiz tejió con hilos de libertad y resistentes agujas de lucha, sino por el presente que ha sabido reconocer la valentía de unos ciudadanos que enseñaron al resto de la España de los dos hemisferios conceptos con nombres desconocidos para el pueblo. En un día así, donde la ciudad volvía a convertirse en la protagonista de la historia, no podía faltar el homenaje a los gaditanos de aquel entonces y a los habitantes del Cádiz de ahora.
En un acto presidido por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, recogió en nombre de la ciudad que regenta la Medalla de la Provincia concedida por la Diputación. No era una distinción más, era el reconocimiento a todo un programa de actos encaminados a encumbrar el bicentenario y de hacerlo llegar a todos los españoles. Por ello, la alcaldesa brindó un emotivo discurso que casi no pudo terminar retenida por la emoción. Con palabras contenidas atinó a invitar a todos los ciudadanos a sentirse en su lugar: «me gustaría que todos los gaditanos estuviesen donde yo estoy hoy y que fuesen alcaldes o alcaldesas de la ciudad de Cádiz por un día».
Sin embargo, entre agradecimientos no faltó el reconocimiento de que este bicentenario se ha celebrado con el peso de dejar muchos proyectos en el tintero. Pero, por este motivo, la alcaldesa mencionó palabras de aliento para que la ciudadanía y las instituciones «no dejen de lado ese espíritu doceañista que tiene que perdurar más allá del Doce». Martínez aseguró que desde que se marcaron el reto del Bicentenario «hemos trabajado como hormiguitas porque sabíamos que teníamos una obligación con los ciudadanos de 1812, para sentirnos con la tranquilidad del deber cumplido. Siempre quedan cosas por hacer, pero lo principal es que tenemos que seguir trabajando día a día para seguir ostentando el título de ciudad generosa y libre».
Tras la intervención de la alcaldesa, Sáenz de Santamaría cerró el acto resaltando la Constitución que vio nacer Cádiz como «un espíritu que debe servir de inspiración a lo que podemos ser». Recordó que los españoles de 1812, como los de ahora, «supieron superar las adversidades», aunque añadió que «el adversario a batir es ahora distinto, ya no es un ejército extranjero, ahora se llama paro y se apellida crisis, pero el instrumento de lucha es el mismo: la reforma». Así, señaló el deber que deben acometer los políticos de la actualidad, admitiendo que «tenemos la responsabilidad de recuperar la confianza en las instituciones y la Constitución de 1812 es un espejo en el que reflejarnos». En el paralelismo entre la sociedad que facilitó la creación de las Cortes y la actual, la vicepresidenta subrayó que «es un nuevo momento para el comienzo porque la historia está hecha de primeras veces, como Cádiz». Se refirió al Cádiz del siglo XIX como una «gran ciudad muy volcada en las novedades jurídicas, con carácter audaz e innovador». Por todo esto, la señaló como «la capital de la España que cree en sí misma».
La vicepresidenta describió los 384 artículos como un «compendio de primeras ocasiones y pronunciamientos pioneros» y como «una vanguardia jurídica que merece la pena recordar» y sobre el que se asentaba un concepto político «genuinamente gaditano y que traspasó fronteras para el orgullo de esta ciudad». Marcó la recuperación económica en el «nuevo horizonte», algo que necesita de «instituciones fuertes». En este contexto, anunció que el Consejo de Ministros aprobará un anteproyecto de ley de transparencia, de acceso a la información y buen gobierno que recogerá por primera vez «recomendaciones éticas y códigos morales, con obligaciones legales, y con exigencias, conductas tasadas y límites claros». Además incluirá un régimen sancionador «que fijará los márgenes para que los responsables públicos tengan claro lo que se debe hacer con lo que es de todos y lo que no se puede tolerar de ninguna manera».