Sociedad

Los trabajadores gritaron ¡basta!

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Un yuan cada vez más caro se ha conjurado con el ansia de bienestar de la población china para echar por tierra la etiqueta de 'fábrica del mundo'. Las exportaciones caen, las empresas que producen bienes de consumo de menor valor añadido cierran la persiana y las multinacionales comienzan a buscar otros destinos en los que la mano de obra es mucho más barata. Vietnam y Bangladesh son dos de los más beneficiados, con sueldos mínimos de entre 35 y 50 euros mensuales.

Pero los trabajadores, decenas de millones de emigrantes rurales que llegaron al milagro de la costa este en busca del futuro que les negaba el campo, no se quieren quedar de brazos cruzados. De hecho, las huelgas se multiplican y muchos se han echado a las calles para sitiar a empresarios, increpar a políticos e incluso volcar vehículos policiales. El gobierno de Pekín es consciente de que su legitimidad está ligada a la continua mejora de la calidad de vida de sus súbditos, y tiene razones para preocuparse. Promete controlar la inflación, mantener el paro en menos de un 5% y continuar aumentando la capacidad adquisitiva de los chinos. Pero la brecha que separa a ricos y pobres se ensancha, y los ánimos del proletariado se caldean.