Punto muerto en Siria
Rusia presiona para que el régimen comience un diálogo político
Actualizado: GuardarUn nuevo atentado con coche bomba junto a un edificio de los servicios de inteligencia en Alepo causó ayer tres muertos y algunas fuentes señalan otros incidentes graves en Homs y en Yarmuk, y la voladura, con imágenes de apoyo, de un importante puente ferroviario en Deraa. A estos casos hay que sumar 27 muertos en Damasco el sábado. Mucha violencia, en fin, y pocas esperanzas de tregua, es decir, el mínimo que espera alcanzar el mediador Kofi Annan. Una misión formalmente de la ONU y la Liga Árabe (como lo es en teoría el mandato de Annan, aunque la verdad es que él solo parece de hecho el enviado de las Naciones Unidas) debe llegar a Siria y obtener de los beligerantes un alto el fuego y del gobierno las facilidades indispensables para desplegar una gran operación de ayuda humanitaria y asistencia médica. Parece poco y poco es en términos políticos pero es lo único que se puede votar hoy en el Consejo de Seguridad. Y de eso se trata. Rusia está presionando abiertamente al régimen sirio para que acepte este mínimo que, de hecho, significaría una operación clásica de compra de tiempo con la esperanza de encarrilar un diálogo político entre los beligerantes y facilitar así un desenlace pactado. Esto es, en cambio, muy improbable porque se ha ido demasiado lejos y la oposición y los países árabes más hostiles a Assad, los del Golfo, no pueden aceptar nada que no sea el cambio de régimen. Observadores profesionales indican ya sin reservas que el gobierno ha probado su fortaleza militar. Sus fuerzas armadas y de seguridad no se han fracturado y buscar una victoria de la oposición armada es, en tales circunstancias, voluntarista. Pero tampoco sería decente firmar una pseudo-solución basada en un arreglo del régimen con fuerzas de oposición débiles y poco representativas, las que aún se mueven dentro del país. En estas circunstancias políticamente tan precarias gana terreno el intento modesto de Kofi Annan: parar la matanza y promover una resolución de mínimos que pueda pasar en el Consejo de Seguridad. Sería un primer paso para serenar los ánimos y ver de activar un proceso de genuina negociación, algo parecido a la fórmula yemení.