Vecinos de la ciudad de Alepo observan los daños causados por la explosión del coche bomba. :: REUTERS
MUNDO

Nueva jornada de terror en Siria

Un atentado con coche bomba se cobra la vida de dos personas en Alepo mientras otras 20 fallecen a causa de la represión de El-Asad

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Un día después de que dos furgonetas cargadas de explosivos dejaran 27 muertos en Damasco, un nuevo atentado con coche bomba sacudió la ciudad de Alepo, la segunda del país, causando la muerte de una mujer y un policía y al menos 30 heridos. El número de fallecidos sigue creciendo en Siria, donde otras 20 personas perecieron ayer por la represión de las fuerzas de seguridad del régimen de Bachar el-Asad. Las víctimas se suman a las casi 8.000 víctimas mortales que se han producido desde el inicio de las protestas que se iniciaron hace un año.

La explosión de Alepo, que tuvo lugar en el barrio de Al-Suleimaniya, de mayoría cristiana, provocó el derrumbe de una fachada. La agencia Sana, con el mismo lenguaje que el régimen viene usando desde el inicio de la revuelta, culpó a «un grupo terrorista armado» de la autoría del atentado, mientras que la oposición exiliada en Turquía responsabilizó a las propias autoridades de «fabricar» el ataque para justificar la represión. El resto de víctimas, entre ellas dos menores, se produjeron en Homs, Deraa, en la periferia de Damasco, en la provincia de Idleb y en Deir al-Zor.

Varias organizaciones opositoras hicieron un llamamiento para que sus seguidores salieran a las calles a manifestarse en recuerdo del inicio de las protestas. Pero las movilizaciones fueron contestadas con más represión. Ayer, mientras se organizaban concentraciones para conmemorar a los muertos de los atentados de la capital del pasado sábado, la Policía disolvió con violencia una marcha opositora en Damasco de unas 200 personas que gritaron «el pueblo quiere la caída del régimen».

Mientras los esfuerzos políticos de la comunidad internacional por detener la violencia en Siria siguen paralizados, las agencias de ayuda humanitaria luchan entre tanto por poder entrar en el país para acceder a las zonas más afectadas por los ataques. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) es uno de las pocos que ha conseguido llegar a algunas de las regiones más devastadas, pero aún queda mucho por hacer. Así lo dijo ayer el presidente del CICR, Jakob Kellenberger, quien viajó hasta Moscú para entrevistarse con el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov.

Kellenberger pedirá ayuda a Rusia -uno de los más firmes aliados del régimen de El-Asad- para convencer al presidente sirio de que permita la entrada de las agencias de ayuda humanitaria al país. «Un cese diario de los enfrentamientos durante un periodo de al menos dos horas es esencial para que se pueda evacuar con seguridad a las emergencias médicas y para que la ayuda llegue a las personas más vulnerables con rapidez», sostuvo el máximo responsable del CICR en un comunicado.

Rusia, junto a China, ha bloqueado todas las iniciativas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para aprobar resoluciones contra Damasco. Moscú considera que cualquier solución debe ser dialogada. En ese sentido, apoya la misión del enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Kofi Anan, que hasta ahora no ha conseguido ningún tipo de compromiso de El-Asad para frenar la violencia.