Bruno Senna salta por los aires tras ser tocado por otro monoplaza en la primera curva del Gran Premio de Australia en Melbourne, ayer. :: SCOTT WENSLEY / REUTERS
Deportes/Motor

Button da el primer golpe

Las jerarquías se invierten en el arranque de la temporada y parece claro que ya nadie va a humillar a los demás con una tiranía insultante Alonso exprime al Ferrari en una gran remontada en Australia, del duodécimo al quinto puesto

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El trasvase de poderes cobra forma en la Fórmula 1. Se han invertido las jerarquías por una conciencia global que flota en el ambiente de las carreras: nadie puede humillar a los demás. Es nocivo para el negocio. Siempre fue así porque así lo quiso el supremo que maneja los hilos, Bernie Ecclestone. El escalafón ha cambiado en 2012. Parece un hecho contrastado que la agobiante tiranía que Red Bull ejerció sobre los demás ha cesado de golpe. La Fórmula 1 se aprieta sin apelar a las revoluciones, dentro de una cierta normalidad. Una buena noticia para este deporte, que saludó con enorme entusiasmo el estreno en Australia.

En el siempre intrincado circuito de Melbourne, Jenson Button dio el primer golpe con una victoria sobresaliente y, de paso, provocó una cara desencajada de Lewis Hamilton, el propietario de la pole. Mucha igualdad en la pista, Vettel segundo estirando el cuello y magnífica remontada de Fernando Alonso, del duodécimo al quinto. Llueve menos para Ferrari después del descalabro de la crono. Aunque hay que decirlo pronto: ese coche rojo no parece dominante, ni siquiera puntero. En manos de Alonso realza su valor porque el español volvió a mostrar su adn, ese gen que le impide negociar: es una bestia de la competición. El mismo monoplaza en los guantes de Felipe Massa fue un guiñapo. Lo adelantaron varios pilotos, navegó insulso por la zona blanda de la carrera y se retiró por la puerta de atrás después de un toque con un enemigo.

La temporada amanece con una pinta estupenda o inquietante, según se mire. Para todo aquel seguidor de la F-1 que ya estaba o para todos los que se engancharon con el alonsismo, el panorama describe paridad y esparcimiento. Para todos los que madrugan solo con las lentes del asturiano, el asunto se complica. Alonso puede hacer una maravilla cada fin de semana, pero al Ferrari le falta un largo trecho para alcanzar a sus enemigos.

A Hamilton se le heló la sangre en la salida. Button lo limpió del liderato con precisión quirúrgica, manos finas y bisturí escrupuloso que lo catapultaron al camino de un triunfo incontestable. Es el inglés uno de los más fiables tripulantes de la F-1, siempre concreto e inteligente para culminar sus expectativas. Nadie amenazó su victoria. A tenor de los hechos, solo Hamilton podía modificar el estatus por velocidad y tal vez Vettel por estrategia. Su compañero fue más lento en el vuelta a vuelta y tampoco tuvo suerte con la táctica de su equipo cuando salió el coche de seguridad por el aparcamiento de Petrov en la línea de meta.

Fernando Alonso salió fenomenal y desde ese arreón en estampida (se puso octavo en la segunda curva), protagonizó una fantástica remontada a bordo de un coche que parece más competente en carrera que en clasificación. Al menos, los tiempos del español no eran ningún disparate respecto a los dos monoplazas superiores: McLaren y en menor medida, Red Bull. El ritmo del Ferrari fue potable y sus antiguos resquemores con los neumáticos, sobre todo con el compuesto duro, parecen en vía de solucionarse.

Se despidió Grosjean al primer zarpazo, accidentado en los primeros kilómetros. Y también Schumacher por un problema técnico de su Mercedes. Por ahí se despejó la perspectiva para Alonso, que inauguró una bonita pelea con Nico Rosberg, Pastor Maldonado y Mark Webber por la quinta posición.

Alonso pudo con tres de ellos. Rosberg, demasiado atenazado en este comienzo de curso, se borró rápidamente. Maldonado demostró que tiene perseverancia para regalar. Presionó de lo lindo al español hasta que, lástima, perdió el control de su Williams con la meta a la vista. Mark Webber aún conduce un Red Bull pata negra y desde esa óptica hay que entender que superase a Alonso. Hay nuevos actores en 2012. Williams y Sauber han dado un paso adelante y reclaman cuota de pantalla. Mercedes asoma poderosa en las clasificaciones con su sistema F-duct del alerón trasero, aunque ayer masticase un disgusto superlativo. Schumacher se retiró y Rosberg se hundió (duodécimo). Todos muy juntos, Alonso y sus adversarios en pocas décimas, sin que predomine la distancia sideral del pasado a favor de Red Bull.

En esa hermosa batalla de velocidad y estrategias (nadie la pifió en el garaje), tampoco el coche de seguridad alteró demasiados parámetros. El pelotón se unió de nuevo y el parón benefició a Vettel en su disputa con Hamilton por la segunda plaza. El alemán evitó el doblete de McLaren, aunque no el triunfo de Button.

Pese a que el halo de misterio y mentiras que envuelve a la F-1 decrete lecturas diversas, caben pocas dudas: el Ferrari funcionó mejor en las manos de Alonso. Lo exprimió al máximo. El quinto puesto final fue un mal menor para tanta decepción del día anterior.