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'Cádiz Preview' da la oportunidad de visitar la Casa Aramburu
'Cádiz Preview' ha dado la oportunidad de visitar uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, de estilo ecléctico-historicistaMiles de personas visitan este fin de semana la finca número 1 de la plaza de San Antonio, propiedad de la familia Aramburu y de la imaginación de los gaditanos
Actualizado: GuardarMás de tres siglos la contemplan. Tres centurias haciendo suspirar y soñar a los ciudadanos que pasean por sus alrededores, allí, majestuosa y enigmática, dominando una de las esquinas de la plaza San Antonio. La Casa Aramburu ha abierto sus puertas este fin de semana para albergar 'Cádiz Preview', el I Encuentro de Industrias Culturales Contemporáneas que organiza la asociación Sinmurallas. Ha levantado sus persianas para regocijo de miles de gaditanos, que no han dejado pasar la oportunidad de pisar sus salones, de ascender por su escalera de mármol blanco, de tocar su espléndida barandilla, de admirar sus balcones, de maravillarse con sus imitaciones de mosaicos y de hurgar en la actividad que ocupó durante medio siglo la planta baja del edificio. La Banca Aramburu funcionó, según fuentes documentales, al menos cinco décadas, hasta que fue adquirida en 1947 por el Banco Bilbao. Pero la historia de la casa, erigida en 1700, está ligada a la familia Aramburu desde 1830. El clan se instaló por primera vez en Cádiz en 1819 al llegar desde Perú Juan Antonio de Aramburu Echezarreta, natural de Zumárraga.
Según la Guía de Forasteros de Cádiz de la época, el edificio estaba registrado por un «profesional de los que obran pólizas» o, en un archivo posterior, se considera como «una casa de comercio y firma de pólizas de seguridad».
La curiosidad por la historia de sus moradores es menor que el interés que despierta la rara belleza de un trabajo arquitectónico dispar. Los historiadores de arte hablan de un edificio de estilo ecléctico. ¿Qué significa esto para los profanos en la materia? Pues que no hay una corriente artística única que lo defina, sino que, en su caprichosa edificación se han sumado diversos estilos. Poco queda de la primigenia casa palacio barroca. Solo se conserva la fachada principal, las molduras que sobresalen en la cara que da a San Antonio. «Los estudios realizados nos hacen pensar que la casa se derribó entera a finales del XVIII», explica el profesor de Historia del Arte Juan Ramón Cirici. Una reforma «sustancial» que fue acometida por Juan Cabrera de la Torre, que elevó un edificio nuevo, con una planta baja, un piso principal y otro alto que se acabó de construir en 1905. «Es una obra de un eclecticismo extraordinario, y también desordenado. En ella se aprecian ramalazos del Barroco, Plateresco, Modernismo y Regionalismo», resume. El acceso a la casa es plateresco, la primera escalera, modernista. Su pasamanos amarillo y sus sinuosos herrajes con motivos vegetales se adecuan a la decoración del Modernismo catalán. El segundo tramo, y sus azulejos, recuerdan a los detalles regionalistas que incluiría Aníbal González en el diseño de la Plaza de España de Sevilla. Y la balconada y los exteriores pertenecen al Neorrenacimiento de inspiración italiana, simulando una villa del Cinquecento. En Cádiz, y a principios del XX.
La última intervención en la casa data de los años 50 del siglo pasado. Entonces, se eliminaron los balcones de madera y se construyeron, además de la azotea, nuevas habitaciones destinadas al servicio y que venían a desahogar el espacio de la vivienda principal.
En cuanto a la decoración, todavía pueden observarse la simulaciones de mosaicos romanos que circundan el patio. «Presentaba, además, unos muebles muy interesantes, encastrados en los muros, hechos por los carpinteros para ese lugar específico y que se adaptaba al trazado elíptico de la casa», comenta Cirici. También se conservan varias lámparas de comienzos del XX, con clara influencia del arquitecto Aníbal González. Los muebles que habitaron la casa reflejaban un espíritu romántico y las numerosas obras de arte que colgaron en su día de sus paredes, hacen de ésta una casa «con un interior singular» y una espectacularidad exterior sin parangón en el paisaje urbano gaditano.
Legado artístico
Los Aramburu Picardo siempre han mantenido una estrecha relación con la ciudad. El último ejemplo de esta simbiosis data de 2010. Entonces, Álvaro Aramburu Picardo legó a Cádiz -pocos meses antes de morir- decenas de obras de arte. Piezas pictóricas de corte costumbrista de finales del XIX y principios del XX, además de grabados, esmaltes, retratos de familia, muebles y una escribanía de plata regalo de la ciudad de Barcelona al general Narváez en 1849. Ésta había sido su última donación, pero antes ya había entregado al Museo de Cádiz una colección de obras de pintores señeros de la escuela sevillana y gaditana, así como un óleo del plano de la ciudad en el siglo XVIII al Museo de Las Cortes. Por otro lado, su hermana Micaela había cedido antes de fallecer un cuadro de Zuloaga al Museo Provincial.
En la actualidad, el edificio se encuentra sin habitar -es propiedad de la rama Príes Picardo, sobrinos segundos de los Aramburu Picardo- pero la experiencia del 'Cádiz Preview' ha puesto de manifiesto sus posibilidades para compartir los usos público y privado.
«En mi opinión, tiene un uso muy positivo, plural. Cuenta con una parte monumental y doméstica, con espacio suficiente para albergar otras actividades como una galería de arte o servir como escenario de presentaciones de libros, por ejemplo», indica Cirici. Como la suya, ésta es la impresión de muchos gaditanos, que al menos este fin de semana han podido cumplir un sueño.