Economia

Quítate tú que me pongo yo

En vísperas de la reforma eléctrica, desde la Moncloa se lanzan mensajes de total independencia frente a los 'lobbys' Los gobiernos remueven a los gestores de empresas públicas o participadas

MADRID. Actualizado: Guardar
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En medio del debate sobre los acuerdos del pasado Consejo Europeo en el pleno del Congreso, Mariano Rajoy lanzó un mensaje a las eléctricas: «Yo no me dejo asustar por 'lobbys'». Y hace apenas 48 horas el Ministerio de Industria replicaba con un insólito y duro comunicado a la patronal de las empresas de este sector, que reclamaba una fuerte subida de tarifas. «Unesa se equivoca gravemente si piensa que va a dictar la política energética al Gobierno».

La reforma eléctrica es inminente y, desde los postulados de independencia, se explica el nerviosismo desatado en la Moncloa al conocerse las candidaturas de Ignacio López del Hierro, marido de la 'número dos' del PP, María Dolores de Cospedal, y también de Alberto Nadal, hermano del director de la Oficina Económica del presidente Rajoy, propuestos ambos para ocupar sendos asientos en el consejo de Red Eléctrica. La empresa transportista y gestora del sistema eléctrico estuvo participada por los grandes del sector, pero tras su liberalización se convirtió de facto en una empresa pública puesto que el Estado conserva un 20% en el capital por considerarla estratégica y el resto se negocia en Bolsa.

Aunque no forma parte del tradicional 'lobby' del kilovatio, Red Eléctrica también se la juega con las decisiones de la inmediata reforma eléctrica. Buena prueba de ello es su desplome en Bolsa tras la publicación del reciente informe de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) donde se sugiere recortar también la retribución a los activos puestos en marcha antes de 2008. Los expertos asumían que las rebajas iban a quedar limitadas a los posteriores. Por cierto que el Ministerio de Industria también ha dicho en otro comunicado que no piensa hacer mucho caso de las sugerencias de la CNE, tras desvelar que se oponía a su publicación.

Los consejeros que son familia de destacados miembros del PP han renunciado a sus opciones, pero Red Eléctrica es un buen ejemplo de 'turnismo', esa práctica habitual en los gobiernos de uno y otro signo que consiste en desalojar a los gestores y administradores de las empresas públicas para cambiarlos por otros afines a las pocas semanas de acceder al poder. Y aunque en el sector energético quedan pocas posibilidades de ejercerla -la petrolera Repsol ya es totalmente privada- otra característica de esta área es la captación de políticos para incorporarlos a sus consejos. El fenómeno se da sobre todo en el segmento eléctrico, que desarrolla actividades mucho más reguladas que el petrolero. De la presidencia de Red Eléctrica acaba de salir Luis Atienza para dar paso a José Folgado.

En julio de 2004, para que el socialista Atienza se sentara a la cabecera del consejo hubo que desalojar a Pedro Mielgo, que había sido promovido por el PP. Poco importa que a la compañía le haya ido bien -en inversiones, empleo y resultados- bajo mandato de quien, además de otras dedicaciones, fuera ministro de Agricultura en el ejecutivo de Felipe González. Quien le ha relevado, el hasta ahora alcalde de Tres Cantos José Folgado, fue secretario de Estado de Energía cuando se instauró el sistema que ha provocado un abultado déficit de tarifa. No tiene toda la culpa, conviene matizar, porque en los primeros años de su aplicación apenas hubo desfases entre los costes de generación reconocidos y los ingresos. Fueron las primas concedidas más tarde a las renovables -ya en tiempos de un Gabinete de Zapatero- las que dispararon los números rojos.

Vuelco

Las sucesiones al frente de estas empresas se acompañan de un vuelco en los órganos de gobierno, donde consejeros de una tendencia o 'familia' suceden a otros. Y los cambios no siempre se producen con serenidad. Fue polémica, en enero de 2007, la sustitución de Antonio González-Adalid por Antonio Llardén al frente de Enagás, la empresa transportista del sistema gasista. González-Adalid había sido nombrado por Alfonso Cortina, entonces a la cabeza de Repsol, y presidía Enagás desde 2002, de manera que le tocó pilotar la oferta pública de venta por la que Gas Natural se desprendió el 65% de las acciones. Cuando se empezó a rumorear su salida, el PP la atribuyó a las presiones del Gobierno socialista y en particular del ya exministro de Industria y entonces presidente de la Generalitat, José Montilla.

A Llardén no le faltaban méritos ni conocimientos: era director general de Recursos de Gas Natural y presidente de la patronal Sedigas, pero había sido subsecretario de Obras Públicas en los tiempos en que el socialista José Borrell ejercía de ministro.