Adiós a Dios
Actualizado: GuardarPor eso de la 'red de redes', he recibido hace unos días un correo sobre un libro titulado 'Adiós a Dios'. He seguido las huellas que ha dejado navegando por el mar de internet y he podido leer algunas páginas, creo que suficientes. En dicho libro el autor opina sobre la fe, la Iglesia. Según parece este insigne escritor, con sus ideas, nos va a abrir los ojos a todos los trogloditas que todavía seguimos teniendo fe en Dios y amando a la Iglesia. No es mi intención contestar aquí a tan falaces y tópicos argumentos como emplea el literato, que todo sea dicho, escribe muy bien.
Señor escritor ¿No se ha preguntado usted al escribir su artículo a qué nos referimos los creyentes cuando hablamos de Dios? ¿Por qué nos referimos a la Iglesia como nuestra madre en la fe? Por lo visto le ha dado igual al nombrarlos, en qué creían Pascal, Kant, Descartes. y otros grandes creyentes e ilustres pensadores que usted quiere arrimar a su sardina.
Las conclusiones a las que usted quiere llegar están muy claras, por eso cualquier acontecimiento o hecho histórico, lo deforma de tal manera que a la postre le dan a usted la razón. No sé si esta inquina y animadversión a la Iglesia habrán sido siempre así en su vida o es ahora cuando usted ha descubierto que otras personas tienen un sentido del que usted carece.
Como buen escritor usted sabrá que el mundo no solamente se puede palpar, olfatear, gustar, oír, sentir, sino que también se puede mirar con los ojos de la fe, aunque al leer su libro me da la impresión de que usted tiene un tanto olvidada esta novedosa posibilidad.
Ver con los ojos de un ciego el mundo trascendente le hace a usted creerse más libre. No en vano el subtítulo de su libro es 'Un manual para pensar en libertad', porque así puede imaginar la historia como le parezca y pintarla como a usted le apetece.
No piense que le digo todo esto con enojo. Los cristianos debemos estar siempre prontos para dar razón de nuestra fe, dialogando y aceptando las críticas de los que no piensan o creen como nosotros y sobre todo respetando y amando a todos. Pero lo que si le pediría es que ese diálogo no tenga siempre como base los mismos tópicos sobre la Iglesia. Argumentos que también a veces escucho en cristianos, hombres y mujeres de Iglesia, y esto si me parece ya más peligroso.
Para nosotros los creyentes en Cristo, la cuaresma debe ser un tiempo para revisar y curar nuestras ideas y los ojos de nuestra fe. Aprender a mirar a nuestros semejantes y a nosotros mismos con mirada de misericordia y compasión, acercarnos al Señor que es Camino, Verdad y Vida.
No dejemos la nueva posibilidad que nos ofrece esta cuaresma de volver a recibir en nuestra casa la Verdad, que junto con la belleza y la bondad son transcendentales del alma como tan espléndidamente nos explicó Santo Tomás de Aquino, otro gran creyente y no por ello ser insensato e irracional.