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El soldado que mató a 16 civiles no quería volver a la guerra

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Su identidad continúa siendo un misterio, pero poco a poco van saliendo a la luz detalles sobre la vida del sargento estadounidense acusado de haber matado a tiros a 16 afganos el pasado domingo en Kandahar. Ayer fue trasladado desde Kuwait a la base militar de Kansas a la que pertenecía. La masacre, que ha puesto patas arriba las relaciones entre Estados Unidos y el Ejecutivo de Hamid Karzai, no fue cometida a primera vista por un demente sino por un hombre bajo los efectos del alcohol, estresado por la guerra y agobiado por los problemas domésticos tras su cuarto despliegue en zonas de combate, reveló el abogado del soldado, John Browne.

Sin restar gravedad a los hechos, el letrado esbozó argumentos que ponen en cuestión la calidad de las decisiones de los mandos militares. En una de las tres campañas en Irak, el sargento sufrió graves lesiones en el cuerpo y el cerebro que aconsejaban un destino más benigno.

Aun así, fue enviado a primera línea en Afganistán. «Le dijeron que no iba a ser enviado de nuevo, que no haría más períodos de servicio. Él y su familia contaban con eso. Y, de la noche a la mañana, todo cambió», señaló el abogado. Poco se sabe del soldado de 38 años más allá de que procedía de un Estado del medio oeste, estaba casado y tenía dos hijos de tres y cuatro años. En la única conversación telefónica que han mantenido, Browne atinó a captar que su cliente estaba «horrorizado».

El sargento se enfrenta a una posible pena de muerte, una opción que la defensa ha abordado con los abogados del ejército. El mismo jefe del Pentágono, Leon Panetta, se declaró partidario de esa medida si el acusado es hallado culpable.