JUSTOS Y BENÉFICOS
Actualizado: GuardarEstamos a escasos días de que todo dé comienzo, a unas horas de que la ciudad se vista con las mejores galas posibles. A contrarreloj se ultiman obras, se quitan andamios y se buscan soluciones de última hora para lo que ya no llegará. Conmemoramos una Constitución que defendía, entre otras cuestiones, que los españoles debían ser justos y benéficos y por el contrario doscientos años después asistimos al agravio del otro, a la persecución del distinto. Ahora les ha tocado a los chinos, a los que injusta e hipócritamente se les culpa de todos los males que atraviesa el comercio gaditano. Llevamos mucho tiempo, quizá demasiado, y mucho antes de que la calle San Francisco pareciera Chinatown, asistiendo a una lenta y decisiva agonía del llamado comercio tradicional. Esta era y es una ciudad tremendamente particular en la que comer algo a las cuatro de la tarde cualquier día laboral se convierte en una misión más complicada que recuperar Valcárcel, o en la que esos valores inveterados del comercio de toda la vida te vendían una guayabera prácticamente desde la puerta haciendo uso de toda la antipatía que le otorgaba el rancio abolengo de su apellido. En fin, que no compartiendo ni la manera de entender el negocio ni las condiciones laborales de los que allí trabajan, creo que ya está bien de buscar la paja en el ojo ajeno y culpar a los que son distintos de cuanto nos ocurre. Me horroriza pensar en el fondo de toda esta cruzada que se está orquestando y en esos cristales rotos que tanto simbolizan. Quizá todo sea una muestra más de cómo en Cádiz, en esta ciudad cuna de la Libertad, nos gusta entender y defender la diferencia y de cómo primamos esos valores de ser de «cadi cadi».