Arrancan los motores

Llegó la hora de la verdad. Después de muchas pruebas, cambios, diseños y rediseños, apretar y aflojar tuercas por un lado y por otro en estos casi cuatro meses, Melbourne ya ha abierto sus puertas para dejar pasar al gran circo de las cuatro ruedas. Bajo una climatología un tanto cambiante -llovió el miércoles y el jueves de manera intermitente, aunque no se esperan precipitaciones a la hora de la carrera ni de la clasificación-, Albert Park ya tiene todo dispuesto para que los 24 pilotos teóricamente más afortunados del mundo del automovilismo pongan en marcha sus motores.

Hay un nombre por encima del resto: Sebastian Vettel. El alemán, que ya sabe lo que es ganar en el gran premio australiano de su compañero y rival de box, Mark Webber, ya ha avisado en las jornadas previas que, si bien en este inicio sí se pueden leer unas líneas maestras en cuanto a qué pasará esta temporada, aún es muy temprano para comenzar a colocar la etiqueta de máximo favorito sobre el resto y descartar a otros. Aunque fue lo que hizo el año pasado Flavio Briatore en referencia a Ferrari y Fernando Alonso y no se equivocó. Pese a que Vettel ganó aquí en 2011, no es una carrera que se le dé especialmente bien: en su 'debe' de Melbourne tiene tres abandonos.

Este es un circuito que se le da relativamente bien al bicampeón español. Desde el año 2004, Alonso siempre ha acabado entre los cinco primeros, con una victoria en 2006, dos terceros puestos y una segunda plaza como mayores éxitos aquí. El cuarto puesto de 2011 no fue más que un prólogo a lo que finalmente ocurrió en la campaña. Las sensaciones de cara a un circuito atípico, muy virado y este año con dos zonas de DRS (con un único punto de activación), son siempre de incertidumbre, lo que no beneficia a Alonso.