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Retratos de guerra y paz
Una exposición itinerante recopila los trabajos de los mejores fotoreporteros del mundo
BILBAO. Actualizado: GuardarSamuel Aranda (Santa Coloma de Gramanet, 1979) desdice el tópico literario y cinematográfico del reportero de guerra como un kamikaze de vida disoluta. Él no toma fotos bajo las balas. «Cada vez paso más miedo y me quedo un poquito más atrás, no me considero un fotógrafo de primera línea». El ganador del premio World Press Photo 2011 -el galardón más prestigioso en su categoría- todavía recuerda la emboscada en Libia el pasado mayo, donde los sicarios de Gadafi mataron a tiros a su colega sudafricano Anton Hammerl. «También hay historias interesantes en la retaguardia. Hay otras cosas que me importan en la vida».
Aranda es uno de los 33 fotoperiodistas seleccionados en la exposición 'Guerra y Paz: Una visión personal', organizada por el Gobierno vasco dentro de los actos del Año de las Culturas por la Paz y la Libertad. La muestra se inaugura el próximo 23 de marzo en el Museo de la Paz de Gernika y viajará hasta diciembre a San Sebastián, Eibar, Bilbao y Vitoria. A cada uno de los participantes, entre los que se cuentan leyendas como David Burnett y Don McCullin, se les ha pedido que elijan dos instantáneas: una que refleje el horror de la guerra, otra el fugaz bálsamo de la paz.
La foto merecedora del World Press el año pasado ocupa un lugar destacado en la exposición. Era la primera manifestación en Yemen para Samuel Aranda, embarcado en un periplo por Túnez, Egipto y Libia para documentar la Primavera Árabe acreditado por el 'New York Times'. Los bombardeos y disparos contra los manifestantes le sorprendieron a la entrada de una mezquita de Saná habilitada como hospital. Ni siquiera se dio cuenta de que la composición de la madre cubierta con un chador abrazando a su hijo desnudo remitía a 'La Piedad' de Miguel Ángel.
Entrar en Siria
«Tenemos que documentarlo todo, pero no hay que machacar al lector con imágenes crudas», sostiene el fotógrafo catalán, consciente de que el amor de una madre por su hijo se entiende en todas las culturas. Aranda es el segundo español que gana el World Press Photo tras Manuel Pérez Barriopedro, que capturó a Tejero en el Congreso gritando «¡quieto todo el mundo!». Lleva once años trabajando para medios extranjeros. «Buscándome la vida, como los médicos, que se tienen que ir fuera». Ha regresado a Yemen para reencontrarse con Fátima y Said, los protagonistas de su historia, y una fundación neoyorquina le ha pedido que ayude a romper los clichés de árabes barbudos con Kalashnikov. Está orgulloso de la foto de unos islamistas en un Kentucky Fried Chicken.
Álvaro Ybarra también figura en la muestra con la espeluznante imagen de un soldado congoleño mostrando sus trofeos de batalla: los genitales y la mano de su enemigo. «Plasmo la guerra más radical y humillante», describe el fotógrafo bilbaíno. «Simboliza lo peor de nosotros, hasta dónde podemos ser capaces de llegar». Colaborador habitual del 'XL Semanal', Ybarra ha publicado su trabajo en 'Newsweek', 'Le Monde' y 'Paris Match'. Ahora mismo intenta entrar en Siria a cualquier precio para mostrar al mundo la barbarie. «La fotografía tiene la capacidad de inmortalizar momentos que no se tienen que olvidar, que pasan a formar parte de nuestra memoria colectiva», defiende. «Nuestra labor es acercar una realidad ajena al lector y hacerle ver las consecuencias de su indiferencia. Esa gente y sus sueños no difieren mucho de los nuestros».