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Descubrimos la sexomnia, un inusual trastorno del sueño

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Incredulidad. Lejos de los tórridos pensamientos que una palabra que empieza por sexo pueda suscitar, ese es el sentimiento que en un primer momento experimentan los que sufren sexomnia. «No te he querido cortar el rollo, pero no quiero seguir en esta línea de que cada vez que dormimos juntos vengas y me hagas una felación». De este modo, una buena mañana, le daba los buenos días un compañero de trabajo a un paciente del sexólogo andaluz Francisco Cabello y con el que compartía habitación en sus viajes de negocios. Sin saberlo, durante el sueño, se acercaba a su colega -gustoso del trastorno de su compañero de habitación- y disfrutaban de una intimidad de 'ensueño'. Un desconocido trastorno del sueño del que el 'sexomne' no es consciente hasta que el que tiene al lado se hace partícipe de sus despertares.

Ese es uno de los cuatro casos que el doctor Cabello, del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología, ha tratado en los 26 años que lleva pasando consulta. Un caso extraño que bien podía haber sido maquinado por el más retorcido de los novelistas eróticos. Y eso que el clímax de la historia estaba aún por llegar.

Tras enterarse de sus intempestivas visitas a la cama de su compañero, un familiar cercano fue su confidente. La inverosimilitud del momento de la confesión dio luz a un trastorno que, por la respuesta de su pariente, no había sido aislado. «Entonces, ¿cuando me manoseabas por las noches no eras consciente?».

Miedo. Fue la segunda sensación que recorrió su cuerpo una vez que fue consciente de su vida nocturna. La inquietud de no saber hasta dónde podía llegar su desorden le carcomía. Y no estaba muy desencaminado, porque no es raro que casos como el suyo terminen ante la Justicia. Uno de los últimos en sacar la sexomnia de la intimidad de la alcoba a la sala de un juzgado fue Stephen Lee Davies, un galés de 43 años absuelto en julio de violar a una joven de 16 que en 2009 pasó una noche en su casa. Un especialista del sueño corroboró el día del juicio la posibilidad de que algunas personas desarrollen conductas sexuales mientras están dormidos. Esto, combinado con los testimonios de su mujer y una expareja que admitieron haber hecho el amor con él mientras dormía, convencieron al juez de su inocencia. La inconsciencia le libró de la cárcel.

Diez años antes de que Davies se despertara erecto y preguntándose qué hacía la chica que hospedaba en su casa junto a él, Michael Mangan dormía con su mujer a un lado y con su hija en una cuna al otro. Fue entonces, en el otoño de 1999, cuando la sexomnia empezó a colarse en la habitación de este psicólogo canadiense. Sin haber sufrido ningún trastorno de sueño anterior, su mujer le empezó a contar que por las noches la agarraba y manoseaba. Estos episodios no causaban problemas dentro del matrimonio, pero Mangan, a punto de terminar su doctorado en Psicología, no pudo reprimir su curiosidad. «No podía ser el único que hubiera tenido este tipo de experiencia». Se puso a investigar y encontró un simple puñado de publicaciones sobre el tema.

Así, ese mismo año, puso en marcha una página web (www.sexomnia.org) para recabar información sobre su comportamiento nocturno. Un espacio en el que los que sufren este trastorno pueden explicar sus casos y discutir sobre el tema. Esa base de datos que se fue formando sirvió al psicólogo para empezar sus investigaciones. Tras dos años y algo más de 200 historias recolectadas publicó 'Sleepsex: Uncovered'. Desde entonces, él es uno de los mayores especialistas mundiales en sexomnia.

Por su propia experiencia y por todas las historias que ha tenido oportunidad de compartir gracias a su trabajo, Mangan asegura que casos como el de Davies se pueden evitar. En su caso los antecedentes estaban claros. El doctor Cabello comparte esta opinión y confirma que su paciente tuvo que cambiar sus hábitos «para evitar problemas». Por ello, se guarda de dormir cerca de personas con las que no desea mantener contacto sexual.

El problema surge cuando el primer episodio se desarrolla cerca de la persona menos oportuna. Siete años tardó uno de los usuarios de la web del psicólogo canadiense en enterarse de que había tenido un episodio de sexomnia. Dormía plácidamente en la misma cama que sus hijas de 5 y 7 años cuando se despertó y vio su mano en la pierna de la mayor y su boca sospechosamente cerca de la de ella. Se percató de lo que había ocurrido, pero no le dio importancia. Dio media vuelta y siguió durmiendo. La relación continúo con normalidad durante los siguientes años hasta que la niña, ya convertida en adolescente, confesó al responsable de un campamento organizado por su iglesia lo ocurrido y éste denunció a su padre.

«Es una pesadilla para todos los involucrados», lamenta Mangan. Más allá de lo que recordaba el padre, su hija añadió en su declaración ante la policía datos hasta entonces desconocidos; la había tocado por encima de su ropa interior. Su padre no notó ningún cambio en la relación con la menor. «A la mañana siguiente no lo hablé con ella, no sabía ni si se acordaría. Estaba bien y actuaba con normalidad». De hecho, la niña no consideraba a su padre un acosador y reconoció que debía estar dormido cuando eso ocurrió.

La naturaleza de este trastorno no entiende de límites sociales ni culturales, por lo que «en sociedades no tan liberales como la de EE UU, Canadá o Europa, las consecuencias pueden ser muy severas, tanto para el que abusa sin saberlo como para la víctima», comenta Mangan.

«Responsabilidad cero»

Al igual que los sonámbulos, los 'sexomnes' padecen un trastorno del sueño dentro de las parasomnias, en las que también se engloban los terrores nocturnos, el síndrome de las piernas inquietas o el bruxismo -rechinar los dientes-. En ninguno de esos casos el paciente puede controlar sus actos. Ni recordarlos. «Mis pacientes no eran conscientes de lo que estaban haciendo. Responsabilidad cero», opina Cabello.

Como en todos esos trastornos, el origen de la sexomnia es variado y, a falta de estudios que aporten nuevas conclusiones, se cree que la base es la misma que en las demás parasomnias. Los antecedentes familiares y personales tienen bastante que ver. Esto es, que en la familia ya se hayan vivido otros trastornos de sueño, o incluso que el propio 'sexomne' hubiera desarrollado antes alguna de las parasomnias. Pero hay otros factores que incrementan las posibilidades: el abuso de alcohol y drogas, pero sobre todo, la ansiedad y el estrés.

Las excepciones, como la de Mangan o el paciente de Cabello, que nunca tuvieron trastorno alguno del sueño, confirman la falta de un punto de partida común que explique el desorden. Cabello buscó la raíz del problema durante algún tiempo. «El hombre estaba sano, no tenía antecedentes de ningún tipo, su sexualidad era correcta. Un hombre abierto de mente. Por mucho que rebuscamos no encontramos nada».

Y ahí no acaba la variedad de los casos. También pasó por su despacho una pareja que no solo trataba de acabar con la sexomnia, sino solucionar su vida sexual. Ella había sufrido abusos durante la infancia y la actividad carnal en el matrimonio era mínima. «Su marido la hizo venir porque, digamos que, el tenía el ego indignado» después de comprobar que su mujer se despertaba a media noche y disfrutaba sin pudor de su sexualidad. La mujer se desataba y se convertía en alguien que durante el día no era. Y no es la única.

El artículo publicado en la revista 'Sleep' -una publicación de referencia en todo lo que ocurre durante las horas de sueño- recoge los relatos de algunas parejas de 'sexomnes', fundamentalmente mujeres, que reconocen que sus parejas son más amorosas y se preocupan más de satisfacerlas en esos encuentros nocturnos. Alguna incluso admite estar más satisfecha con estas relaciones que con las 'reales'. No es de extrañar, pues, que muchas de ellas hayan pedido a sus parejas que sus 'sueños' se conviertan en realidad.