PAN PARA HOY

FORBES

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Con el título de mi artículo es posible que ya se le haya atragantado el desayuno, querido lector. Pero mi ética no me deja pasar por alto, un año más, la lista Forbes que conocíamos hace unos días. Bajo ese encabezamiento, que suena a pastilla para desatascar los problemas estomacales, se esconde la ristra de los nombres con más ceros en sus cuentas corrientes de todo planeta. Para que tus apellidos figuren en tan selecto club, debes tener una fortuna superior a los mil millones de dólares. La pena es que con el cambio a euros, la fortuna merma algo. Eso habrá pensado Amancio Ortega, el creador del mayor imperio de jerseys y pantalones de colorines que ceden en el segundo lavado. Este año ha escalado puestos y se ha situado en el quinto cajón del podio. Ya ves, en el Tour quedas quinto y no tienes derecho ni a control antidopaje, y en el club Forbes, el quinto puesto equivale a una montonera de 37.500 millones de dólares. La recién casada hija de don Amancio puede estar tranquila, sus vástagos nacerán con un obrador de pasteles bajo el brazo. Pero no tantos como los hijos, si los tiene, del mexicano Carlos Slim, un señor con una fortuna de 69.000 millones de dólares. Es, un año más, el más rico del universo, por encima de usted y de mí. De eso quería hablar yo, de la gente que va sin guardaespaldas. Basta ya de publicar los nombres de los que más billetes guardan en el banco. No por que me den envidia, sino porque no tiene emoción. El único morbo que me surge cada año es saber si el señor ese del país del mariachi y el guacamole sigue el primero, o, por proximidad, buscar si Amancio sube dos puestos o baja cuatro. Particularmente, esta lista, a mi me da vergüenza humana, me parece pornográfica, una provocación incluso. Propongo que Forbes publique, a partir de ahora, paralelamente a los ricos, el listado de los más pobres, por ejemplo, los veinte infortunios más relevantes del planeta; aunque sea, saldrán en un titular con nombre y apellidos gente que sólo engrosa las listas que se cuentan por unidades de millón de desgracia acumulada. Pasen buen día, los ricos también.