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La cabeza de la crisis
El reconocido economista elegido para rescatar a España guarda bajo llave su vida privada. Adicto al café, el iPad y la familia, se sacude el estrés con el tenis y los paseos por Marbella. Ganaba 400.000 euros y ahora 70.000. ¿Por qué?
Actualizado: GuardarLa respuesta quizás la tenga Bene, en el cielo. Muchos sábados le puso huevos fritos con torreznos y chorizo en su cocina de Santa Olaja de la Vega. Charlaban largo ante un fogón humilde, donde es complicado esconder secretos. Pero Benedicta Cuadrado murió hace años y el «sensato y simpático» secretario de Estado que mojaba el pan y el estrés madrileño en su cocina es hoy el hombre clave del presidente del Gobierno, el elegido para sacarnos de la crisis. Hace tiempo que Luis de Guindos no pasea por el pueblo palentino de su esposa, Belén de las Heras. Apenas un centenar de habitantes y ni un solo bar. Pero le recuerdan bien: «Animaba mucho esto con sus invitados importantes. ¡Hasta trajo japoneses! Es sencillo y cálido, de los que se preocupan de veras por los demás. Le gustaba ir a misa con el crío pequeño. O en una moto trialera ¡con casco! Cazaba con su chaqueta verde acolchada. Era diferente y a la vez muy cercano».
Suena parecido a cómo le ve un antiguo compañero de AB Asesores: «Le oyes hablar y puede parecer un poco Pitagorín, pero no es nada odioso, sino que tiene una dimensión muy humana. Técnicamente es muy sólido, brillante». Con 23 años y el premio extraordinario de fin de carrera (Ciencias Económicas y Empresariales por el Colegio Universitario de Estudios Financieros de Madrid ), ganó la oposición a técnico comercial y economista del Estado. Número uno de su promoción. Boda, dos hijos y una carrera imparable y reconocida en el mundo económico, donde es difícil encontrar a alguien que descalifique a este hombre conservador, sin carné del PP. En el político, hay más de uno.
En 2006, se metió en la boca del lobo. Aceptó la presidencia de Lehman Brothers en España pensando que de las ofertas que le tentaban era la menos polémica: no había tenido que pronunciarse sobre la entidad estadounidense mientras estuvo en el Ministerio de Economía, del que fue director general y secretario de Estado entre 2000 y 2004. La matriz de EE UU del gigante bancario se hundió en 2008, mientras en España arrojaba beneficios. De Guindos se mudó a PricewaterhouseCoopers, la entidad que se encargó de liquidar aquí a Lehman.
Tan pulcro como estricto, apenas ha rebatido a los que bromean sobre su capacidad para encauzar al país por la senda del crecimiento después de haber trabajado en Lehman, cuya quiebra marcó el inicio de la crisis mundial. La ironía parlamentaria es pecata minuta comparada con el trago de anunciar una caída del 40% en la inversión pública o el «mayor ajuste presupuestario de la historia democracia» para 2012. No ha sido una semana fácil para este hombre que acude con la misma determinación a su despacho de la calle Alcalá que al gimnasio o a las pistas de tenis de Ramón y Cajal. «Le gusta aplicarse en todo, hacerlo bien. Y en la cancha es igual. Ha ganado varios torneos de aficionados. En cuanto tiene un rato libre al mediodía o el fin de semana quema el estrés con la raqueta. Se da unos buenos tutes». El amigo que lo cuenta ha mordido el polvo varias veces. «El tenis es la pasión de Luis».
La economía es otra de ellas, destaca un excompañero de Endesa, con el que compartió cenas familiares y mesa en el consejo de la hidroeléctrica, donde tuvo un destacado sillón hasta que cogió el maletín de la crisis: «Apenas habla de sí mismo; es todo menos engreído. Siendo un hombre culto, con gusto por la lectura, la música o la pintura, hay algo que sobresale en todas sus conversaciones: la economía». Y cuando no habla de números, lo hace de política. «Es muy didáctico, le traduce las cosas a Rajoy. ¡En dos segundos le da el titular!», destaca otro buen amigo periodista.
Lector compulsivo
Todo parece intenso en él. La facilidad para trabar una envidiada red de amistades en distintos lobbies europeos. El empeño casi patológico por mantener su vida privada alejada de los focos. La lectura compulsiva de ensayos de economía -ha bebido en las teorías liberales de Von Hayek- , política o historia. La urgencia con la que pide el café a primera hora, sin soltar el iPad, ocupe el despacho que ocupe... «Tiene un cerebro opositor, don de gentes y una enorme fuerza de voluntad. Es sufridor, por eso es hincha del Atlético de Madrid. Está condenado al masoquismo», bromean exsocios y amigos.
De mirada franca, apretón fuerte de manos y predispuesto al acuerdo, hace tiempo supo ganarse el aprecio de los medios de comunicación. Conservarlo será más complicado. La Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) le reconoció como socio de honor tras dejar el Gobierno de Aznar en 2004. Quizás por su habilidad para entenderse con el de enfrente no haya chocado tanto en la profesión la presencia de Concha Martín a su equipo de comunicación. Jefa de Economía de 'El País', durante dos décadas ha sido el azote de la política económica de Aznar, donde De Guindos tuvo un papel fundamental.
Pero la economía está llena de paradojas. Como Luis. Al ministro más internacional no le gusta viajar. Parece mentira cuando le vemos moverse con soltura y en perfecto inglés por Bruselas, o cuando asombraba en Santa Olaja con amigos de cualquier punto cardinal del planeta. Es un madrileño de gustos sencillos, aunque viva en un chalé en la selecta urbanización La Florida, de vecindario extravagante como los Beckham, en su etapa merengue, o Jorge Javier, el de Sálvame. Jamás se ha publicado una foto de la casa, que protege con tanto celo como a los suyos. «La vivienda es como él y su mujer. Discreta, sin ostentación, donde recibe a los amigos con sencillez y afecto», describe un asiduo a sus cenas.
Su verano es marbellí y familiar. Mucha playa y poca fiesta. Otra de sus pasiones. «Le encanta pasear y pasear por la arena. No se cansa». En Santa Olaja lo hacía en moto o bici por la pista que unía el pueblo con el molino que compraron sus suegros para restaurarlo y convertirlo en el centro de las reuniones familiares. «Venían al menos dos veces al mes, y se juntaban con las dos hermanas de Belén, sus maridos y sus hijos». José Luis, el hijo de Bene, que descansa con ella ahí arriba, calentaba la casa, preparaba el lechacillo en la barbacoa, les ayudaba con los cangrejos o las truchas, mientras Luis inoculaba a su niña Belén y al pequeño de la casa el virus de la economía.
Un hermano, con Botella
Los dos hijos han seguido sus pasos en la universidad con la misma discreción que su esposa Belén ha llevado un potente negocio familiar de pavimentos o su hermano Antonio ha sido y es la mano derecha de Ana Botella en el Ayuntamiento de Madrid. Economista y funcionario de la Seguridad Social, fue jefe de personal del Instituto Nacional de Servicios Sociales, director del Banco Guipuzcoano en Madrid, subdirector de la Tesorería General de la Seguridad Social, viceconsejero de Trabajo de la Comunidad de Madrid y desde 2003 coordinador de distintas áreas en el consistorio de la capital.
Antonio no cruza tanto los brazos como Luis. Es uno de sus gestos más habituales, «propio de un 'macho alfa' del mundo empresarial que ha llegado a la política para resolver un marrón», apuntan expertos en comunicación gestual. La pregunta del millón es por qué un profesional de su pedigrí -el año pasado ingresó más de 400.000 euros- se conforma con los 70.000 de ministro y el peso infinito de la cartera más complicada. Tres días antes de ser nombrado por Rajoy llamaba a un buen amigo y compañero de Endesa:
- ¿Tú sabes algo? Me imagino que al final Economía será para Montoro...
- No tengo ni idea, Luis. ¿A ti no te ha llamado nadie?
- A mí, nadie.
El 22 de diciembre juraba el cargo y empezaba a aplicar las recetas contra la crisis que fue desgranando meses antes, convertido ya en uno de los gurús de referencia para los conservadores españoles. «Hay gente que tiene madera especial para enfrentarse a estos retos, y éste la tiene. De diez, nueve habrían dicho que no. Pero Luis cree que tiene la posibilidad de arreglar esto. Siente esa responsabilidad», asegura convencido el consejero de Endesa que no pudo adelantarle su nombramiento.
Días después, le preguntaban al ministro por qué había aceptado semejante toro. «Yo también me lo pregunto. Hay algo de reto profesional y de servicio público en un momento muy difícil para España. El dinero no lo es todo en la vida». Seguro que algo de esto aprendió en la cocina de Bene.
El primero, ese Jaeger LeCoultre Ultra Thin, ronda los 9.000 euros. Le sigue el Rolex GMT Máster cerámico, de unos 5.800 euros. También le hemos visto con el caprichoso Panerai, que viene a costar 4.000 euros, lo mismo que el Jaeguer LeCoultre Reverso, el único rectangular de la colección. El más económico es el último, el Bvlgari Diágono (2.710 euros). Los cinco relojes que ha lucido Luis de Guindos en los últimos dos años hablan de un «coleccionista enamorado de la sofisticación sin ostentación, porque todos ellos significan mucho en el mundo del coleccionismo por lo que representan, no por su precio. Cualquier deportista de élite lleva piezas el doble de caras. Estos son los relojes de un hombre viril, deportivo y clásico», destacan los expertos consultados. Los cinco son mecánicos, de unas 280 piezas, frente a las 25 de uno de cuarzo. Su complejidad es extrema y suelen desajustarse 2 ó 3 minutos al mes, pero son eternos.