Gallardón junto a Sanz y Loaiza mientras come churros en el bar de la plaza del Rey 'El 44'. :: C. C.
ANDALUCÍA

Gallardón revoluciona la calle Real

Muchos isleños se sorprendieron por la cercanía del político, que no dudó en atender todas las peticiones en su visita a la ciudad El ministro de Justicia paseó por San Fernando antes de participar en un mítin

SAN FERNANDO. Actualizado: Guardar
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«Verá cuando se lo cuente a Choni, es que no se lo va a creer, le voy a decir: ¿A qué no sabes con quién he estado?». Seguramente Choni ya se haya enterado de que su amiga estuvo con Alberto Ruiz Gallardón, el ministro de Justicia, que acudió a San Fernando para hacer campaña por su partido de cara a las elecciones a la Junta de Andalucía.

Acompañado por el presidente provincial y también alcalde de San Fernando, José Loaiza, y por el secretario regional de la formación y candidato por Cádiz, Antonio Sanz, dio un paseo por la arteria principal del municipio, la calle Real, para mostrar la cara más amable de la política. Aquella en la que sorprende la cercanía, el buen humor y el trato que a menudos se echa en falta en la administración.

Claro, que con Gallardón conseguir un buen ambiente resulta menos complicado. Con solo dar unos pasos ya se ganó a los isleños que por allí transitaron. Con la sonrisa siempre en la boca, con determinación, con la capacidad de diálogo, con preguntas cotidianas, con interés hacia lo más inmediato de las personas, Gallardón se metía en el bolsillo a cualquiera que pasara por su lado. Daba igual, la edad, la condición o la ideología, porque cuando se acercaba por sorpresa, a ese ciudadano, comerciante o vecino no le quedaba otra que despedirse con alegría por la forma en la que había sido abordado.

Rompió el protocolo de todos cuantos iban con él, que se sorprendieron de la energía que el ministro desprendía en cada paso que daba, en cada apretón de manos, en cada foto que se hacía. Porque no dudó en anticiparse a todo lo que pudiera ocurrir, a cualquier situación, atento y cordial. Así fue Gallardón durante su paseo por San Fernando.

Una caminata corta pero que dejó varias anécdotas que deben ser analizadas con detenimiento en cualquier doctorado que trate sobre comunicación política. Si iba un hombre con un perro, al primero que saludaba era a la mascota a la que de forma efusiva acariciaba y acariciaba, sin que el animal supiera la razón de tal muestra de cariño. En vez de soltar un discurso político o pedir el voto, cuando Gallardón abrió la boca, lo hizo para preguntar el nombre del perro. Algo imprevisible, que nadie podía siquiera imaginar y que hace que cualquier defensa o ataque que se tenga pensado hacía él sea desarmado en un instante.

Otra mujer se acerca y le dice que su marido que no puede salir de casa quiere saludarlo que está en la ventana de un primero y Gallardón no duda en acercarse con la mujer que hace señas para que abra la ventana. «No, hombre, que hace mucho frío, no le diga a su marido que abra la ventana, que va a coger una pulmonía».

Gallardón tiene la cualidad de crear empatía, que va mucho más allá de poseerla. Una joven tomando café con una amiga y por detrás se acerca. «Hola chicas, descansando. Qué es lo que hacéis, trabajáis o estudiáis». Cuando se entera que una de ellas estudia criminología, rápido y veloz suelta «pues entonces usted y yo tenemos que hablar más adelante».

Tarda lo suyo en llegar de la Plaza Iglesia a la plaza del Rey (unos 200 metros) y no duda en sentarse en tomar algo con su equipo. Lo hace en uno de los establecimientos hosteleros más conocidos de la ciudad, 'El 44', famoso por sus churros. Pero en vez de pedir café o chocolate, lo que pide es una cerveza. Claro que no sabía de la 'delicatessen' de la casa y al llegar no se puede frenar y se lanza a comer churros. Luego dio un mitin, aunque lo interesante estuvo en su paseo.