«Se han llevado a mis nietos»
La abuela de tres de los arrestados en El Puerto en una operación contra la falsificación de billetes cuenta cómo se produjeron las detenciones
EL PUERTO. Actualizado: Guardar«¿Cómo vamos a tener aquí billetes falsos si no hay ni para comer?». Carmen, vendedora de tagarninas, espárragos y todos los productos de temporada «que se pueda» en la Plaza, no se había quitado el pijama aún cuando un grupo de agentes irrumpió en su casa. «Estaba en la cocina, haciendo unas lentejas, cuando de repente sentí unos porrazos en la puerta. Gritaron: ¡Policía, policía!. Tras esto, «ví como echaron a mi nieto al suelo y le pusieron una pierna en la cabeza. Él no ha hecho nada. Es muy bueno».
El número 4 de la calle Nuestra Señora de Regla temblaba ayer cuando las furgonas asomaron por el barrio. En ellas se irían esposados algunos de sus vecinos y, según se iba extendiendo la noticia, los familiares y amigos de los arrestados se arremolinaban en torno a la preocupación y la curiosidad.
Los rastros del registro
Carmen, abuela de tres de los presuntos implicados, se mostraba nerviosa y enfadada tras el golpe policial. «Se han llevado a mis nietos», gritaba. «¡Y me han destrozado la casa!». Dentro, las pruebas de un registro en toda regla: puertas descolgadas y con señales de los mazazos, ropa esparcida en las habitaciones y armarios vacíos, los cajetines de luces desmontados, despensas y cajones desordenados. Todos los rincones al descubierto.
Al otro lado del rellano, la mujer embarazada de uno de los arrestados aún respiraba con dificultad. «Cuando entraron me quedé muerta en la cama. Pensé que era un secuestro. Detuvieron a mi marido y entonces saqué a mis dos niños a la calle para que no lo vieran». El rastro del registro también era evidente en el segundo izquierda. «Lo han revuelto todo. No sé qué buscaban».
En la calle, la normalidad regresaba como si nunca se hubiera ido. La vida seguía en el barrio. A duras penas.