Artículos

MIEDO AL FUTURO

BUENO POR CONOCER Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El duelo es un proceso de ajuste emocional después de la pérdida de alguien o de algo. Durante este proceso, más a menos largo, existen diferentes etapas que suelen explicarse separadamente, pero que casi siempre se presentan de un modo poco ordenado.

Las fases de impacto, negociación, pena y depresión, culpa, rabia, resignación y reconstrucción confirman una cadena cuyos eslabones se solapan de mala manera. Acabar con la última supone una ventana a la esperanza de que lo qué nos queda por vivir puede ser mejor.

Estas fases, que a nivel individual han sido estudiadas por expertos, cuando las trasladamos a un grupo o a una sociedad se simplifican.

Nuestra sociedad se indignó ante tanto despropósito. Se indignó ante la inoperancia de nuestros políticos, ante la dictadura de los mercados, ante los recortes de los pilares del malogrado estado del bienestar, ante que los culpables se vayan de rosita, ante el cinismo de nuestros gobernantes, ante las mentiras electorales, ante la democracia de figurantes, ante la falta de moral, ante una ética poco épica, ante que la justicia sea ninguneada, ante que los verdugos campen por su fueros, ante las verdades olvidadas.

Nuestra sociedad se ha resignado a convivir con el tedio, a soportar lo que nos caiga, a que todo puede ir a peor, a que nadie se revele, a que la máscara de muchos sirva de carreta para unos pocos, a que la vida sea la continuidad de la nada, a que esto lo tenemos merecido, a que todo esté escrito, a que no podamos cambiar nuestro destino, a que sólo existe una solución, a que ésta está en manos de los poderosos, a sobrellevar sobre nuestras espaldas el peso de todo, a aguantar más que el bíblico Job.

Si por miedo entendemos la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o mal que en realidad amenaza o que se finge en la imaginación, nuestra sociedad tiene miedo al futuro. Miedo a que se cumpla el principio de Peter, miedo a perder libertad, miedo a perder derechos propios y de otros, miedo a la represión, miedo a perder veinte años de vida, miedo a dilapidar la generación venidera, miedo a la oscuridad del futuro, miedo al frío de la realidad, miedo a que nos acostumbremos a lo que ellos quieran, miedo a una extinción sin ruidos, miedo a pensar que me quede como estoy, miedo a que no podamos salvar lo que queremos.

Miedo a olvidar lo que fuimos.