El Supermartes pierde poder
El día más esperado por los republicanos no decidirá las primarias pero amenaza la supervivencia de los candidatos
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarYa está aquí el martes más esperado de la política estadounidense, aparte del segundo de noviembre, en el que se celebran las elecciones generales. Desde que Michael Dukakis arrasase en 1988, el Supermartes ha tenido la capacidad de decidir las contiendas políticas que los tradicionales estados de Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur no han podido descifrar, pero todo indica que este año no tendrá fuerza para cerrar la reñida competición por la nominación del Partido Republicano. EE UU y el mundo tendrán que esperar para saber quién se batirá con Barack Obama el 6 de noviembre.
En comparación a los 21 estados que votaron en el Supermartes de las pasadas elecciones, donde más de la mitad de la Unión habló a la vez, este año solo lo harán diez. En 2008 se ponían en juego 1.081 delegados en un solo día, con capacidad potencial para dar la vuelta a la jugada. En las primarias republicanas, el primer candidato que reúne la mayoría simple de 1.144 delegados gana la nominación del partido conservador. En el Supermartes de 2008, John McCain ganó el 40% de los delegados. A partir de ahí su liderazgo quedó tan claro que la competición perdió interés. Los 19 estados restantes fueron un paseo para él.
Este año Associated Press augura a Mitt Romney entre el 40% y el 60% de los 437 delegados en juego, pero incluso la predicción más optimista le dejará muy lejos de la meta. Es posible que tenga que seguir peleando hasta el 26 de junio, cuando Utah cierre el proceso de primarias y 'caucus'. Nadie duda de que el Estado mormón coronaría al hombre que aspira a ser el primer presidente mormón de EE UU, pero muchos temen que ni eso sea suficiente.
«Esto va a ir hasta la convención», ha vaticinado Newt Gingrich. Ese sería el escenario que más favorecería al exportavoz del Congreso, que solo ha ganado una de las 13 contiendas disputadas hasta ahora. Gingrich confía en recuperarse este próximo martes gracias a su tirón en el sur. Para él, que fue diputado de Georgia, ganar en su Estado es obligatorio, pero los analistas creen que si además no es capaz de apuntarse las victorias en Oklahoma y Tennessee se desinflará.
En estos Estados del sur, Romney no tiene ninguna oportunidad. El grueso de los votos se los repartirán Gingrich y el ultraconservador Rick Santorum, que sueña con que el exportavoz del Congreso se retire para quedarse con el voto antiRomney que ejercen sobre todos los evangélicos blancos. Con sus posiciones extremas sobre el aborto y los anticonceptivos, que le llevan incluso a negar el cuidado prenatal a las embarazadas, Santorum es el favorito de ese grupo que supone entre el 60% y el 80% de los votantes de esos Estados. Pero donde Santorum necesita sacar músculo es en Ohio, vecino del estado de Pensilvania, al que representó en el Senado.
Golpe de efecto
Son los obreros a los que dice apelar con su pasado de inmigrante italiano y su abuelo minero. El Estado industrial no es el que más delegados reparte en la jornada, pero sí el más clave en la batalla por la Casa Blanca. La última encuesta de la CNN le sitúa con cuatro puntos de ventaja sobre Romney, lo que sería una derrota moral para el favorito, por muchos delegados que gane ese día.
Mitt Romney tiene asegurada la victoria en Massachusetts, donde fue gobernador, así como en el vecino y liberal estado de Vermont y Virginia, donde solo él y candidato libertario Ron Paul aparecen en las papeletas. Idaho, donde el 30% de los votantes son mormones, debería caer fácilmente en su casilla, pero ya que este Supermartes no le ofrece la posibilidad de rematar la faena, Romney necesita dar un golpe de efecto con Ohio para consolidar su liderazgo. De lo contrario el drama político de la nominación republicana promete durar muchos meses.
Si Gingrich sueña con acabar el recorrido de primarias sin nominado para dejar la selección en manos de los delegados de la Convención del partido, que se celebrará en Tampa (Florida) a finales del próximo mes de agosto, algunos se atreven a soñar todavía más a lo grande.
En caso de que ningún candidato logre la mayoría en la primera ronda de votación de la convención, los delegados quedarían exentos de votar por quien han sido seleccionados. Eso abriría la puerta a cualquiera que sueñe con la Casa Blanca, aunque no se haya nominado todavía. Nombres como los de Jeb Bush, el gobernador de New Jersey, Chris Christie, el congresista Paul Ryan o la excandidata a vicepresidente Sarah Palin vuelven a sonar en un partido que este año parece eternamente insatisfecho. El complejo proceso de la política estadounidense no ha hecho más que empezar.