BATALLÓN DE HÉROES
Actualizado: GuardarY ya, como el que no quiere la cosa, nos hemos comido dos meses completos, incluido un febrero bisiesto, del esperado Doce. En lo que a mí respecta, me he pasado el mes de las Carnestolendas animando a representantes de la población «beduina» de la ciudad a participar en un programa destinado a favorecer la toma de conciencia sobre el relevante protagonismo que, durante aquellos decisivos años, tuvieron quienes habitaban estos agrestes parajes. Campesinos y pescadores que, alistados en los Cuerpos de Voluntarios, simultanearon la huerta y la tronera, el garabato y la mecha del cañón para poder conciliar así la atención familiar con la defensa de lo colectivo. El interés individual con lo que por vez primera comenzaba a percibirse como el interés general o de la Nación. Término que definía al conjunto de los españoles y de cuyo seno emanaría, a partir de la nueva Constitución, la soberanía.
Y mientras aludía a la gesta de aquellos héroes anónimos, he podido percibir el desánimo y la desazón que invaden las filas del actual Batallón de Voluntarios de Extramuros, quienes desde las trincheras de sus respectivos colectivos ciudadanos continúan combatiendo contra la desigualdad en todas sus acepciones sociales y en defensa de la dignidad humana. Al igual que aquellos otros, lechuguinos y perejiles, se enfrentaban sin indumentaria y armamento adecuados y en la peor de las condiciones posibles al poderoso ejército napoleónico, muchos de los actuales combatientes se debaten entre el abandono de las posiciones o el dejarse morir en un contexto en el que se adolece de lo más elemental, el reconocimiento y la valoración del conjunto de la población por cuyos derechos lucha y a la que defiende sin cuartel y, por supuesto, la básica dotación económica que permita la adquisición de medios y herramientas acordes. Entramos ahora en el mítico mes, dieciséis días para la emblemática fecha. Vamos a homenajear a quienes trabajaron en los debates y redacción de la Carta Magna. Vamos a acoger en nuestra ciudad a Parlamentos de distinta índole y a altos mandatarios. ¿Se acordará alguien de reconocer los desvelos y renuncias de quienes a día de hoy continúan trabajando altruista y benéficamente por una sociedad más digna, justa, respetuosa e igualitaria?