Varios de los artistas que hoy se subirán a las tablas del Villamarta, ayer en la presentación del espectáculo. :: ESTEBAN
Jerez

Al rescate del último eslabón del cante de la tierra

Manuel Agujetas, Manuel Moneo, Fernando de la Morena, Luis El Zambo, Capullo de Jerez y El Torta trasladan hoy al escenario un disco conjunto, 'VORS Jerez al cante'

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Los vinos viejos del Marco de Jerez, esos caldos añejos que atesoran la solera y la esencia de la tierra, son los que se conocen como VORS. Se trata de auténticas joyas enológicas cuya referencia también servirá de ahora en adelante a los aficionados al cante flamenco para recordar a la terna de artistas que hoy se subirán juntos, como es poco habitual verles, a las tablas del Villamarta y que han grabado de forma colectiva un disco con el que se pretende, como explicaba ayer uno de los alma mater del proyecto, Alfredo Benítez, «rescatar ese último eslabón del cante que queda en esta tierra».

'VORS Jerez al cante' se estrena hoy con máxima expectación (y ya sin entradas) para homenajear, como muy bien señaló ayer uno de sus protagonistas, Capullo de Jerez, a esos cantaores que se criaron «juntitos», que no solo pertenecen a una misma generación, sino que además tienen en común haber compartido las experiencias vitales de los mismos barrios.

Junto a Capullo, Manuel Agujetas, Manuel Moneo, Fernando de la Morena, Luis El Zambo y El Torta son los artífices de que este viejo sueño hecho ahora disco y realidad que finalmente ha visto la luz gracias a la generosidad de los artistas, que «nunca han pensado en el caché» y al patrocinio de una caja de ahorros vasca, la BBK, como puso de relieve otro de los directores artísticos del proyecto, José María Castaño.

Este equipo de productores y directores artísticos, del que también forma parte Gonzalo López, son los que se han esforzado durante décadas, pero sobre todo durante el último año, para recoger en un trabajo discográfico el reconocimiento a una generación de artistas cuya «escuela natural del cante han sido las calles», y cuya forma de decir el flamenco se entiende como «vehículo de la emoción».

Y es que se trata de eso, de plasmar ese sello distintivo de los artistas de esta tierra. Como recalcaba ayer Benítez, «me parecía importante que Jerez no perdiera esa forma de decir el cante». «Es como un recordatorio de cómo se manifiesta aquí, no mejor que en otros sitios, pero sí de forma diferente. Aquí se habla cantando y se canta hablando», expuso antes de añadir que «una cosa es el flamenco, que pertenece al mundo del intelecto, y otra el cante, que anida en el mundo de las emociones». «Si no es por el misterio del cante, el flamenco hubiera desaparecido», apostilló.

En el disco, grabado en el estudio La Bodega por José María García-Pelayo y Lele Leiva y complicado en la búsqueda del equilibrio perfecto, están todos ellos, pero debieron cantar y tocar también otros ya desaparecidos como Fernando Terremoto o el guitarrista Moraíto, tristemente desaparecidos no hace mucho. Su recuerdo planea sobre todo este trabajo que hoy se traslada por primera vez al directo en el coliseo jerezano, para que «el público pueda vivir lo que se vivió en el estudio», insistió Castaño.

Y si el público los espera entusiasmado, tampoco es menor la ilusión de estos grandes cantaores que ayer se mostraron «orgullosos y satisfechos» por haber aportado su intuición flamenca y su jondura a este disco con sabor añejo.