«La vida en el crucero sin luz, agua ni servicios básicos ha sido muy dura»
Raquel García, vecina de Sanlúcar, recuerda la experiencia vivida estos últimos días a bordo del 'Costa Allegra' sin temor a volver a embarcar
Actualizado: GuardarPor fin en tierra firme, el pasaje del crucero 'Costa Allegra', accidentado en alta mar el pasado lunes en mitad del océano Indíco, pudo ayer tomar su primera comida caliente desde hacía tres días, darse una ducha y sentirse seguros. De los 627 pasajeros que viajaban a bordo, quince son españoles y dos de ellos proceden de la provincia de Cádiz. Ayer este periódico pudo hablar con uno de ellos, una mujer de 69 años a quien esta experiencia no le ha quitado las ganas de volver a embarcarse.
Raquel García, natural de León aunque afincada hace 19 años en Sanlúcar, es una experimentada crucerista que ayer desembarcó con el resto de viajeros y la tripulación en la isla de Mahé, en el archipiélago de las Seychelles. Viaja junto a un amigo, también vecino de la provincia, y una amiga de Madrid. Ella como la mayoría de los españoles, salvo cinco de ellos, han optado por seguir de vacaciones en ese paradisiaco rincón del Índico antes que abortar las vacaciones y regresar a España. «La compañía nos ofreció como alternativa un nuevo crucero en las mismas condiciones o una estancia de catorce días en las Seychelles. La mayoría hemos optado por esta segunda alternativa». A esta compensación se suma el desembolso de todos los gastos que han generado durante la travesía. «Nos han pedido que busquemos todos los justificantes para que podamos reclamar el importe. Hasta la gente que ha comprado en la tienda del barco no les van a cobrar».
La entrevista se produjo poco después de que Raquel pudiera disfrutar de una cena caliente; un plato de sopa que sabía a gloria después de tres días con una dieta limitada a bocadillos, zumos y fruta. Un incendio en la sala de máquinas dejó el crucero sin electricidad y por ende sin suministros básicos ni motores para navegar de forma autónoma. «Sin luz, sin aire acondicionado, sin agua, sin comida, sin servicios higiénicos. La vida ha sido muy dura pero gracias a Dios no ha habido percances».
El fuego se declaró sobre las dos de la tarde del lunes, en mitad del almuerzo. A partir de ese momento, el viaje dejó de ser un placentero crucero para transformarse en una experiencia al límite. «Cuando sonaron los pitidos de evacuación hubo mucho miedo, gente con ataques de ansiedad porque la situación era muy grave, pero se controló. Fue de película».
Raquel recuerda que al saltar la alarma de emergencia todos los pasajeros corrieron hacia los botes salvavidas. Estaba muy presente lo ocurrido con el 'Costa Concordia'; el barco de la misma compañía que terminó semihundido frente a la isla de Giglio (Italia). Pero esta crucerista marca rápido las diferencias. Son notables en cuanto al resultado final. En el 'Costa Allegra' no se lloran víctimas mortales; mientras que el anterior accidente se saldó con 32 fallecidos. «Eso era otro caso. El capitán nuestro es para ponerle un monumento. Estuvo constantemente con el pasaje, informando y atendiendo a todos. No como el otro -el ya famoso Schettino- que fue un sinvergüenza». La misma opinión tiene del resto de la tripulación. «Fue admirable. Siempre pendientes de nosotros y estaban más derrotados que nosotros. Sin ninguna comodidad y trabajando». Por eso, esta sanluqueña de adopción sigue dándole un aprobado a la compañía Costa Cruceros - «es una gran compañía»- y está dispuesta a repetir. Esta travesía frustrada era su décimo crucero y no será el último. «Para mi han tenido un comportamiento admirable y esto solo ha sido una emergencia que han sabido controlar».
¿Y cómo se regresa por unos días a la vida sin comodidades, pese a estar rodeados de lujo? «Todo el día derrotados y tirados. Dormíamos en cubierta porque en los camarotes era imposible estar por el calor y la oscuridad» La higiene pasó a un segundo plano. «No se podía malgastar agua enbotellada. Nadie pudo lavarse».
Las hamacas de la piscina o cualquier rincón donde hiciera fresco -se soportaron temperaturas superiores a los 30 grados- servían de improvisas camas. Desde ahí, los pasajeros observaban cómo «seis patrulleras escoltaban el crucero, un helicóptero traía alimentos y constantemente sobrevolaban aviones» mientras remolcaban el 'Costa Allegra'. La vigilancia era permanente porque «se estaba pasando por una zona de piratas». Raquel no regresa a España hasta el próximo día 15. Ahora toca disfrutar, de verdad.