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Rajoy resucita la Conferencia de Presidentes para abordar los ajustes
La última se celebró en diciembre de 2009 y los gobernantes del PP bloquearon el texto propuesto por Zapatero sobre empleo y déficit
MADRID. Actualizado: GuardarLa quinta Conferencia de Presidentes Autonómicos, máximo órgano de cooperación entre el Estado y las comunidades autónomas, se celebrará en Valencia y antes del verano, según explicó el presidente valenciano, Alberto Fabra, tras reunirse ayer con Mariano Rajoy en el palacio de la Moncloa.
Será la Conferencia más monocolor desde que esta institución comenzara a andar en octubre del 2004. El PP gobierna en 11 de las 17 comunidades en la actualidad, cifra que podría incrementarse si vence en las elecciones de marzo en Andalucía y Asturias. Pese a ello, no será un encuentro tranquilo.
Rajoy deberá abordar con los presidentes la más que probable puesta en marcha de un segundo plan de ajuste, imprescindible para cumplir con el objetivo de déficit de las cuentas públicas que, si no lo modifica Bruselas tras conocer que los números rojos del Estado se han disparado al 8, 51%, supondría un tajo de más de 40.000 millones de euros para reducir del desfase hasta el 4,4% a finales de este año.
La Conferencia de Presidentes, según explicó Fabra, también deberá servir para delimitar de manera clara las competencias de las administraciones central, autonómica y local para evitar solapamientos que, además, incrementan las partidas presupuestarias.
El extremeño, José Antonio Monago, que visitó la Moncloa por la tarde, negó que Rajoy haya puesto sobre la mesa la posibilidad de recuperar competencias autonómicas para el Estado central, un discurso que el PP manejó en la oposición. El presidente de Extremadura si abogó por potenciar la colaboración entre gobiernos para «hacer más España» en momentos tan delicados como el actual.
Rajoy lo tendrá más fácil que su antecesor. José Luis Rodríguez Zapatero no logró que la Conferencia de Presidentes sacara adelante un acuerdo -cualquier propuesta debe aprobarse por mayoría-, pese a que en 2009 redactó un documento que asumía nueve puntos de un decálogo económico que presentaron los presidentes del PP, que entonces eran minoría. La propuesta incluía retomar el techo de gasto y un gran pacto por el empleo. Zapatero lamentó entonces que el «interés partidista» del PP hubiera podido más que «el interés general».
Tres años después, y con Rajoy en la Moncloa, los protagonistas se han cambiado el guion y son los populares los que, curiosamente, exigen al PSOE que arrime el hombro. Monago, por ejemplo, pidió al PSOE que no pretenda hacer creer «que de una crisis tan grave se sale sin hacer nada». Eso sería, a su juicio, como mirar por el retrovisor y ver lo que ha pasado en España «en los últimos ocho años, con un Gobierno que no hizo nada» por evitar que las administraciones gastaran el año pasado 91.000 millones de euros más de lo que habían ingresado.
Monago asumió que algunas de las medidas que está poniendo en marcha Rajoy son «dolorosas», pero enfatizó que pensar en curarse de una enfermedad grave sin dolor «es creer en los milagros».
Fabra y Monago dejaron patentes que son aplicados alumnos del discurso de Rajoy sobre las bondades de la austeridad, los ajustes y la solidaridad entre regiones. «No somos 17 estados que tengamos que competir entre nosotros, tenemos que remar en la misma dirección porque todos somos Estado», recalcó Fabra.
«Más que decir»
El presidente valenciano aseguró que ha encontrado a Rajoy consciente de las «dificultades económicas» que atraviesan los gobiernos regionales. Pero lo que más destacó es que en los dos meses que lleva en la Moncloa, las autonomías «tenemos mucho más que decir que antes» porque con Zapatero «se demonizaba a las comunidades» al responsabilizarlas «del mal gasto» del dinero público.
Los problemas en la próxima cumbre de presidentes, pese al casi pleno del PP, podrían venir por el debate del agua. Territorios con déficit hídrico, como la Comunidad Valenciana, reclaman que el agua llegue de territorios con excedentes como Aragón. Un criterio que hizo saltar chispas en el debate del Plan Hidrológico Nacional que aprobó José María Aznar y revocó Zapatero tras su victoria de 2004.